La Publicidad en la Alimentación Infantil y el Sentimiento de Culpabilidad

Por Gracitata @Lactandoamando


Vivimos en un mundo dominado por la publicidad. Tenemos publicidad en la televisión,  la radio, los periódicos, los buzones, en las calles, en Internet... hasta en el lugar más recóndito  nos bombardean con la dichosa publicidad. El mundo en el que vivimos, gobernado por el dinero no se entiende de otra forma que no sea consumiendo y consumiendo y consumiendo.
Y aunque nos fastidie, nosotras, por nuestra condición de mujeres, nos tenemos que enfrentar a un acoso adicional. Todas hemos visto los anuncios en los que mujeres de mediana edad aparecen con un rostro perfecto, o en los que tenemos que estar guapas y delgadas porque llega el verano, o en los que tenemos que tener nuestra casa impecable y reluciente porque vienen visitas. Y para todos esos fines, qué casualidad, siempre hay un producto perfecto.
Todas hemos pasado por ese acoso y con el paso del tiempo aprendemos a hacer caso omiso de él.
Pero cuando llegua el momento en que somos madres tenemos que enfrentarnos a otra presión más por parte de los publicistas. La presión de los vendedores de todo tipo de productos para bebés, ya sean alimentos, toallitas, pañales o "leche de fórmula" que se encargan de convencernos de que si no utilizamos sus productos nuestros bebés nunca serán sanos y felices.
En publicidad, uno de los principales elementos que se utilizan para vender es apelar a los sentimientos. Las marcas de coches de lujo utilizan el sentimiento de grandeza. Las ONG utilizan el sentimiento de solidaridad. Muchas marcas de alimentos utilizan el sentimiento del placer. Y en el caso de gran parte de los productos dedicados a los bebés se utiliza el sentimiento de culpa. Siempre es la misma historia. Vamos a verlo con un ejemplo.
Todos recordaremos el anuncio de cierta empresa de agua mineral que afirma ser lo mejor para nuestro bebé. Algo tan bueno que hay que dárselo e incluso en vez de la leche durante los seis primeros meses, contraviniendo las recomendaciones de la OMS, y que posteriormente deberemos seguir dándole, por supuesto con su consabida leche de fórmula y sus biberones. Evidentemente, la madre que no lo haga seguramente sea una mala madre porque no le ofrece a su hijo lo mejor del mercado, ese es el sentimiento que quieren encontrar en las madres para vender sus productos. Pero claro, las madres no somos tontas y sabemos que darle lo mejor a nuestros hijos va mucho más allá de marcas, cosas materiales y alimento artificial….esta es la esperanza que me queda. La lactancia materna es el mejor ejemplo de esto. Es el mejor alimento y la mejor bebida que podemos ofrecerle a nuestros hijos, le da salud, es ecológica y encima es GRATIS. Portear a nuestros hijos también es un buen ejemplo, nunca existirá carrito que supere a los brazos de una madre.
Quienes aún seguimos velando y luchando por la lactancia materna tenemos la presión adicional de las empresas dedicadas a vender leche de fórmula. Sabemos que la regulación vigente por parte de la OMS establece ciertos límites a la politica de venta y publicidad de estos productos, pero eso no impide que se sigan ofreciendo como una alternativa equiparable a la lactancia materna. Y si bien es cierto en aquellos casos en los que la lactancia materna no es viable, o la madre termina por abandonar la lactancia o simplemente no se siente preparada es la opción más adecuada, también es cierto que las campañas publicitarias de estas marcas suman más presión a quienes ya de por sí luchamos día a día con una sociedad que no termina de normalizar la lactancia materna.  En concreto es demasiado frecuente que las propiedades nutricionales de estas fórmulas se igualen a las de la propia leche materna, lo cual además de ser falso trasmite una idea errónea acerca de la lactancia artificial que provoca aún más dudas a las madres que no lo tienen claro o que están siendo sometidas a una gran presión cuando lactan a sus bebés.
Por cierto, sabemos de varias de estas marcas de leche maternizada que han tenido que ser retiradas temporalmente del mercado por estar contaminadas con diversos virus y bacterias, habiendo provocado diversos daños en los bebés lactantes. Afortunadamente nada grave, pero que dejan a las claras la falta de control sobre los alimentos destinados a bebés en nuestro país. Aunque este tema lo trataremos con más detalle en otro post.
Así que, al igual que afrontamos con fortaleza el acoso al que la sociedad, el entorno e incluso nuestra familia a veces nos someten por el mero hecho de haber decidido dar el pecho a nuestros hijos, colechar con ellos, portearlos, abrazarlos y dejar que ellos decidan qué comer y cuánto, también tenemos que afrontar la batalla contra un mundo publicitario que pretende hacernos creer que sus productos son lo mejor de lo mejor y que somos malas madres por no usarlos. Nada más lejos de la realidad. A ellos, al final, no les importan nuestros bebés ni su bienestar. Sólo les importa su cuenta de beneficios. Y si tienen que poner en tela de juicio, tal como hicieron en su día, actos tan saludables como la lactancia materna o la cocina casera lo van a hacer. El dinero a veces puede ser así asqueroso. Y en nuestra mano está el seguir imponiendo nuestro criterio por encima de los criterios mercantilistas del mercado y la empresa. Porque nadie mejor que una madre sabe qué es lo que más favorece a su bebé y qué es lo mejor para él.Y sobre todo, porque para que nuestros hijos crezcan sanos y felices no necesitamos primeras marcas ni comida artificial….no necesitamos las mejores cunas ni el mejor carrito, con nuestro pecho, nuestro amor en la cocina, nuestros brazos, nuestros besos y nuestro lecho ya lo tienen todo.