La puerta abierta: Hablemos de Sudáfrica (III) Nostalgia de octavos.

Publicado el 17 junio 2010 por Damsam

Sudáfrica sigue siendo un desierto insoportable de fútbol infumable. Las selecciones parecen haber prostituido el buen fútbol a favor de resultado final. Cual estilo empresa multinacional, ya no importa el cómo, sólo importan las ganancias. Con Holanda jugando a medio gas, con Argentina aún sin encontrar su tecla final – a pesar del equívoco pensamiento que puede dar su goleada de hoy – con Brasil renunciando a su “jogo bonito”, con Inglaterra “capellizada” y con España dormida – esperemos que Suiza haya sido su cafeína – la única selección que hasta ahora tiene un sobresaliente es Alemania.
El mundo entero reconoce esa camiseta amarilla con toques verdes, reconoce el fútbol espectáculo, el toque, el “jogo bonito” que una vez enamoró a todos y que hizo que hasta ahora la gente de todas partes del globo mire a la selección de Brasil con amor. Lo hacen, porque ellos enamoraron en su día y ese flechazo a primera vista perdura en el corazón de millones de personas a pesar del tiempo transcurrido. La camiseta que enamora en estos tiempos es una roja, esa que usan los hombres dotados de unos pies con musicalidad.
No me gusta mezclar lo personal con mis artículos deportivos, pero en este caso, es necesario por poner un ejemplo claro: en estos momentos vivo rodeado de alemanes, búlgaros, lituanos, finlandeses, escoceses, por supuesto griegos y un largo etcétera, miramos los partidos del mundial juntos y ellos vibran, saltan, y se emocionan cuando ven a España jugar. Hay fans de Torres, de Casillas, de Xavi, de Iniesta, etc, y en el partido del doloroso debut, los insultos en inglés hacia Suiza sonaron en diferentes acentos. Ese cariño por una camiseta ajena a la tuya, equiparable en sentimiento, es algo que no se logra fácilmente. Es algo logrado por esa sinfonía imparable de toques, triangulaciones y jugadas de ensueño que deben perdurar para que nosotros, los amantes de este deporte sigamos disfrutando del fútbol caviar.
Sin embargo, hasta ahora, este mundial nos sigue conduciendo por un desierto áspero de fútbol aburrimiento. A expensas de que España despierte y vuelva a enamorar al mundo entero con sus malabaristas del balón, Sudáfrica 2010, en esta ronda de grupos, decepciona y bastante. Todas estas premisas me hacen recordar que esto no ha hecho más que empezar y que lo bueno, donde la garra aflora para revivir el orgullo en los más débiles y donde el garbo de lo más grandes se nota en su mayor dimensión, comienza en octavos de final. Hasta entonces y mientras seguimos disfrutando de los oasis que nos deja el sur, yo por lo menos, seguiré teniendo nostalgia de octavos.