En la fachada norte de la Catedral que linda con la Plaza Virgen de los Reyes nos encontramos con tres puertas de acceso. Por este orden, en dirección Plaza del Triunfo a Calle Placentines, primero vemos la Puerta de los Palos, después la Puerta de la Campanilla y, finalmente, la llamada Puerta del Lagarto.
En estos días vamos a profundizar en la primera de ellas, la Puerta de los Palos, a la que se le dio ese nombre por situarse junto a ella las maderas que servían de andamiaje para los albañiles, canteros y demás oficiales que laboraban en pos de levantar el templo gótico más grande de la humanidad.
En cuanto a su autoría, ha habido discusiones al respecto, pero parece que la tendencia más aceptada es adjudicársela al maestro francés Miguel Perrín quien la levantó entre los años 1520 y 1522 y además, fue contratado por el Cabildo Catedralicio para otras obras menores.
Las figuras fueron moldeadas por partes sobre unas estructuras metálicas para darles cierta consistencia pues el material que se utilizó fue el barro. posteriormente se procedió a policromarlas, pero este colorido no ha llegado hasta nuestros tiempos.
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