Sonia Fernández-Vidal, es una física y divulgadora científica , que consigue, con este libro, introducirnos en la física cuántica de una forma muy, pero que muy amena. Resulta fantástico para el público joven y también adulto, para qué engañarnos, por la forma en que entremezcla esta materia en principio difícil de roer, con una trama de corte fantástico o mágico, pero que para sorpresa nuestra, mucho de lo que tan ilógico parece, bien puede ser explicado con los principios de la física cuántica. Con lo cual, te deja una sensación muy agradable, eso de leer una fantasía en la que queda abierta la posibilidad de que pudiera ser también una realidad. Para esto, el libro está lleno de ejemplos que aparentan sencillez, y de acertijos que nos relajan, obligándonos a participar, pensando en cuál sería la solución.
Del completo curriculum de la autora, destaco el hecho de que haya formado parte en el proyecto del acelerador de partículas en el CERN. El capítulo que dedica a un acelerador de partículas ha sido quizá uno de mis favoritos. Se hace agradable 'ver' a sus personajes dentro de este artilugio gigantesco, viendo como los protones chocan entre sí, liberando no sólo los quarks con que están formados estos protones, sino también creándose otras partículas nuevas fundamentales, de las que todo está hecho.
En la historia del libro, esta física, le da la oportunidad a un joven de nuestro “mundo clásico” a introducirse en el “mundo cuántico” como si de otra dimensión se tratase, y así podemos ir viendo y entendiendo los conceptos básicos del origen del universo; lo que son las 12 partículas elementales; de la creación de la materia; lo que es el átomo, en su mayor parte compuesto de espacio vacío; de los agujeros negros; el principio de la teletransportación; la supersposición de universos paralelos; el hecho de que el espacio no es tridimensional, y que el tiempo y velocidad son en realidad relativas; las partículas llamadas "gravitones" que nos permitirían levitar como creen algunas filosofías o religiones orientales ....
También el libro aporta una visión bonita de lo que la ciencia nos explica, pues lejos de que el conocimiento tenga que producirnos desconexión con ese 'algo' e incremente el sentimiento de individualidad y soledad del hombre, la ciencia nos explica y aporta otro 'algo' no necesariamente incompatible en su esencia con el espíritu religioso, porque la ciencia explica de qué modo “estamos entrelazados con todo lo que nos rodea: los árboles, las personas, incluso las estrellas”. Ya que en el mismo instante del origen del universo, todas las partículas de la que todo está hecho, nacieron juntas y permanecen entrelazadas. Y por eso, viene a decir algo así como que la ciencia debe de ser algo al alcance de todos, porque comprender esto, es una puerta a evitar el otro camino de la autodestrucción.
Como despedida, un regalito: Cuenta Sonia que ya, desde el año 2004, los físicos cuánticos ¡¡¡pueden teletransportar!!! en laboratorios (con lo bien que me caía el protagonista de la mosca), aunque de momento sólamente se puede hacer con partículas fundamentales. Ya es algo conseguido. Se dice que el límite para aplicarlo a los seres humanos es únicamente de presupuesto, haría falta desarrollar la tecnología, que permitiera aplicar los principios adquiridos.
Nota Personal: La portada se refiere al experimento del gato de Schrodinger. Un gato es metido dentro de una caja opaca. Dentro también hay un frasco de cristal que puede ser roto o no por una patícula cuántica. Si la partícula va a la derecha el frasco se rompe y el gato moriría; si va a la izquierda el frasco no se rompe, y el gato viviría. El gato que experimentó las dos posibilidades, al no ser abierta la caja. Se trata del gato vivo y muerto a la vez. Se dice que si la caja se hubiera abierto, el mismo hecho de verlo, anula esa superpodición, y nos encontraríamos un gato o bien vivo o bien muerto.