La puerta del campo, y su llave

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE

Advierto, este vecino del mundo va a comenzar hoy con una obviedad: En este país algo falla.

Más de uno pensará, y con razón, que me he quedado calvo, o me ha dado un ataque de locura. Aunque por el proceso de la calvicie, hace ya muchos años que pasé, loco no estoy, o al menos no soy un loco de manual, porque ni tapo mi cabeza con un barquito de papel ni con un embudo. Sin embargo, jóvenes sin poder encontrar su primer trabajo, y gente con cincuenta años perdiendo su trabajo porque cuestan mucho dinero a los empresarios, no son buenos síntomas en un país que todavía no se manifiesta más de lo que debería, porque, desgraciadamente, tiene más vergüenza que la necesaria.

Y  a pesar de todo, todavía hay cosas que nos sorprenden cuando ya deberíamos de estar vacunados contra el asombro.

Hace unas semanas nos sorprendió la noticia de que un grupo de jubilados que había formado parte como “figuración” durante el rodaje de “Ocho apellidos catalanes” se les había interrumpido lo que cobraban de jubilación, hasta haber “pagado” por haber participado en el rodaje.  Con lo cual, todos pensaron eso de que “la  próxima vez que lo haga Rita La Pollera”, por lo que en el siguiente rodaje, si hacen falta unos cuantos jubilados, tendrán que poner a unos parados más jóvenes disfrazados, aunque quizás su imagen pueda "cantar" un poco.

Hoy nos ha sorprendido la noticia de una jubilada, que requerida como favor personal por ayuntamiento de su pueblo, trabajó durante un curso, en una especie de taller de trabajo manual dando clases dos horas a la semana, y que ella pudo ganar unos dos mil quinientos euros en total. Como el ayuntamiento le dio de alta en la seguridad social mientras cobraba la jubilación, cosa que también ocurrió en el caso de los jubilados actores,  ahora se ha encontrado con que Hacienda, ese ente que antes éramos todos, eso se decía, y que ahora, por de pronto, parece que somos los mismos de siempre, le está descontando gentilmente de su pensión mensual (unos mil setecientos euros), unos seiscientos euros cada mes, hasta que pague los más de veinticuatro mil euros que se ha estimado que debe. Con lo cual, y como se diría en mi pueblo, y con perdón, el favor que le pidió el ayuntamiento es hacer un pan como unas hostias

En los dos casos, jubilados actuando en el cine, y maestra jubilada dando unos talleres, fueron dados de alta, como en teoría se debe de hacer, y de ahí les han venido todos los problemas.
En realidad, y mediante estos ejemplos, este vecino se pregunta si no se está enseñando, subliminalmente, a que la gente vaya por el lado negro, y que sólo cotice la famosa Rita La Cantaora.
Creo que las cosas no deben de ser ni blancas ni negras, debería haber una gama de grises intermedios, y una legislación que permita “hacer sus pinitos” al que quiera o pueda, y que eso luego se declare sin tener que alterar pensiones. Mejor será eso, a que todo se quede en la famosa agua de borrajas.
Tampoco es normal, y también se ha oído recientemente, esos escritores ya jubilados, y que muchos de ellos, la mayoría, no nadan en la abundancia, que se les hace elegir entre cobrar su jubilación o los derechos de autor de sus obras. No debería ser excluyente, sino que se declare a parte, y punto. Este vecino del mundo no es licenciado en derecho, pero siempre ha estado convencido de que “querer” es “poder”. Y que si los legisladores quieren, todo se puede arreglar.
Quizás con todo lo que se está, presuntamente, descubriendo ahora, ese dinero negro que durante muchos años  ha debido de formar parte  del paisaje “sumergido” en el territorio de los políticos, y de la administración, que nos han estado rigiendo, ha hecho que no les haya importado que se legisle sobre todo lo que se ve, porque ellos ya se iban a encargar, da la impresión, de que lo suyo fuera invisible. Y así nos va como nos va. Muchos con trabajo, el que tiene, que roza la esclavitud, y el que puede llevarse un extra legalmente, tampoco puede, porque algunos de nuestros representantes en su momento así lo decidieron.
Es fácil ponerle puertas al campo, cuando tú eres el propietario de la llave.
Tengo un amigo, navarro para más señas, que este panorama lo hubiera resumido inmediatamente con una frase lapidaria: Ésto es como mear y no echar gota. Tan crudo y tan cruel; la frase no, la situación.*FOTO: DE LA RED