Hasta ahí tenía el asunto más o menos controlado, era lo que esperaba, y pensaba que estaba preparado. Tras la puerta se escuchaba llorar a varios niños, pero yo sólo oía el llanto de
Una de las cosas que pensaba es que estaban asustados, cada uno a su manera. Habrá días que cueste más, otros menos. Los dos, o ninguno. Pero aparte del mal rato de miedo, de rechazo, o de desamparo que puedan pasar momentáneamente, he pensado que quizás puedan dejar de sentirse especiales. Uno y una más de la fila, de la clase. Otro niño y niña más a los que le dedican la atención sus 'seños'.
Poco a poco el pequeño Luke se iba tranquilizando, y las maestras lo calmaban, lo llevaban adentro junto a los otros niños, con cara de asustado, de no saber nada. Cuando han salido, yo ya estaba allí, entre la misma marabunta de padres y madres y abuelos. Y ya estaban serenos, y hasta contentos. Yo quería que se sintieran de nuevo especiales. Lo habían pasado bien, cantando y jugando, conociendo a otros niños. Hasta llevaban una pegatina sonriente, por haber estado contentos. Hasta mañana. Yo no podía dejar de pensar en mañana. Espero que mi fase de adaptación también sea corta. Se me va a hacer muy duro. Y siento haberos soltado este post de desahogo.
¡Que la Fuerza os acompañe!