La historia se centra en una familia acomodada que tendrá que hacer frente ante una difícil elección: ser presa o cazador.
Sin duda, es una historia interesante, con un poderoso texto y un subtexto que logra hacernos meditar sobre ciertos aspectos de nuestra sociedad. Aunque en algunos puntos pueda recordar a La habitación del pánico de David Fincher, es sólo un mero espejismo. Esta película tiene alma propia y un claro mensaje para el espectador.
DeMonaco ha tratado bien esta clase de thriller, con el cual siempre hay que tener cierto cuidado y mimo a la hora de realizar o de hacer la puesta en escena para evitar que la película se vuelva demasiado pesada o agobiante.
Prácticamente toda la película tiene lugar dentro de la casa de la familia Sandin pero esto se hace más llevadero para el espectador gracias a la puesta en escena y a las posiciones de cámara.
El constante movimiento de los que permanecen dentro de la casa, en todo momento nos hacen creer que el espacio por el que se mueven, la casa en este caso, es mayor de lo que realmente es, evitando así un sentimiento de agobio y encerramiento. Además, el hecho de que se muevan varios personajes por los pasillos de la casa, al mismo tiempo o por separado, apuntala este recurso.
Otro de los métodos que ha usado DeMonaco en su favor es la oscuridad, bien insertada en la producción por el guión. Gracias a esto, el espectador no puede apreciar la dimensión de las estancias, aunque si bien es cierto que se puede volver contraproducente, ya que no tener referencias, o apenas ver lo que ocurre en pantalla, puede ocasionar agobio o desinterés en el espectador al no ver claramente lo que ocurre ni dónde ocurre. Por lo tanto hay que usar siempre la oscuridad o penumbra con sumo cuidado para lograr lo que realmente se quiere y no lo contrario.
El trabajo del realizador ha sido correcto, acompañando, y afianzando, mediante técnicas audiovisuales lo que narra el guión y la buena puesta en escena. Aunque no llega a contagiar de manera absoluta al espectador de la tensión que sufren los protagonistas. No logra transmitir esa angustia como bien lo hizo Buried de Rodrigo Cortés y esto, bajo mi punto de vista, es debido a la falta de intensidad tanto en el guión como en la realización del mismo.
Y es que el guión, en algunos momentos, se torna previsible, y algunas acciones demasiado forzadas. Quizá se deba a que este tipo de thriller va estando más que trillado y habría que innovar en ciertas cosas. Aun así, vuelvo a alabar todos los temas tratados en esta producción.
La falta de banda sonora en muchos puntos claves de la película hacen que aumente la tensión ya que, en muchas ocasiones, la mejor banda sonora son los sonidos directos o la propia voz de los actores cuando hablan sobre algo relevante. En esta producción se da el caso.
Por ello, creo que la banda sonora ha sido empleada cuando era necesario, sin abusar de este recurso utilizándolo gratuitamente, sino cuando realmente puede aportar algo. Los silencios también están muy presentes y, además de ser un reflejo de lo que sienten los personajes en determinados momentos, ayudan a reforzar la trabajada ambientación que se da en cada secuencia.
Al que espere que el morbo sea el protagonista, decirle que este no es de ese tipo de películas donde la sangre y las vísceras decoran todo el escenario. No se emplean tales técnicas para implantar temor y horror al espectador, sino más bien la psicología. El uso de un terror universal, como es el que unos extraños entren a tu casa invadiendo tu intimidad y causando sufrimiento a tu familia, y que está muy presente en nuestros días.
Hay quien puede pensar que el protagonismo de esta historia recae sobre James Sandin, pero esto no es del todo cierto. El protagonismo está bien repartido entre los cuatro miembros de la familia Sandin, ya que son ellos quienes deben enfretarse al antagonista de una forma directa. Aunque también es cierto que sobre el personaje que más peso recae es James Sandin.
Ethan Hawke es un actor polivalente, puede encarnar a la perfección a un personaje en una producción independiente o ser el protagonista de una gran producción de Hollywood. Es, sin duda, un actor con una gran trayectoria. Ha trabajado en películas que han sido un verdadero éxito, pero, como otros tantos actores, no ha logrado ese estatus de superactor del que todos hablan y al que todos quieren tener en sus producciones. Aun así, es una apuesta seguro para cualquier papel.
En algunos momentos de esta película parece inexpresivo, no logra transmitir al espectador lo que siente ni por lo que está pasando su personaje. Pero a nivel general su actuación es correcta, como siempre, y consigue transmitir el complejo dilema al que se debe enfrentar su personaje.
Otro de los rostros conocidos es Lena Headey, que interpreta a Mary Sandin, la mujer de James. Este personaje actúa como acompañante del protagonista, sin decisiones propias ni un carácter demasiado marcado, hasta prácticamente el final de la película, cuando retoma el control sobre sí misma y actúa acatando el rol de su marido.
Esta actriz ha sabido adaptarse a su personaje, añadiéndole pequeños detalles que ya mostrado cuando encarna a Cersei Lannister en Juego de Tronos. En esta producción muestra un rostro más amable, el de una ama de casa popular en su comunidad y una madre moderna, protectora de sus hijos. Lena interpreta este rol con naturalidad, sin llegar a resultar demasiado exagerada en su actuación ni tratando de destacar entre el resto de personajes.
Los hijos de esta pareja, interpretados por Max Burkholder y Adelaide Kane, no son más que meras herramientas que contribuyen a encender la mecha de los problemas a los que se debe enfrentar la familia Sandin. Son niños malcriados que han recibido todo cuanto han querido sin dar nada a cambio y a los que se les ha confiado demasiadas responsabilidades.
Adelaide encarna a Zoey Sandin, una adolescente problemática y egocentrista que sólo atiende a sus necesidades. Mientras que Max, se encarga del papel de Charlie Sandin, un niño creativo pero encerrado en sí mismo, al cual su bondad le juega una mala pasada.
Dos personajes que intervienen directamente en todos los procesos, desde la creación del problema hasta prácticamente la resolución.
Aunque en algunas situaciones su interpretación se ve forzada y demasiado exagerada, logran adaptarse a la historia y al resto de personajes. Algunos de sus actos no son los comunes en jóvenes de esa edad, pero el espectador lo asimila por localizarse la historia en un espacio temporal diferente al que vivimos actualmente.
Otro de los personajes clave en esta historia es la asustadiza presa, Edwin Hodge, el motivo por el cual los Sandin se enfrentan a diversos dilemas y problemas. Edwin interpreta a un hombre asustado al que persigue un grupo de jóvenes que quiere ejercer su derecho a la Purga, y que se presenta en casa de los Sandin, golpeándoles con la cruda realidad que se vive en las calles durante la noche de la Purga. Él es el germen que se clava en la conciencia de esta familia y que les hace meditar profundamente sobre si verdaderamente es justa la Purga.
La interpretación a cago de este actor es correcta, no sobreactúa ni se muestra demasiado artificial ante cada una de las situaciones que debe vivir.
Rhys hace una buena interpretación, quizá demasiado exagerada en algunas secuencias, pero a su vez es entendible como una parte más de la curiosa personalidad de su personaje. Se siente seguro y nos ofrece un villano memorable, aunque con demasiados clichés. Sin duda, es un pilar fundamental de esta producción.
De esta película, cabe destacar el controvertido tema que trata. Es una especie de advertencia, una visión sobre el rumbo que está tomando nuestra sociedad, en la que cada vez está más presente la violencia y el maltrato, en la que muchos crímenes quedan impunes, en la que a muchos presos se les concede un indulto injusto. Una sociedad abocada a la autodestrucción.
¿Sería la purga una solución contra el crimen o lograría un efecto contrario? ¿Seria moralmente correcto? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por proteger nuestra vida y la de nuestros seres queridos? Y es más..., ¿seríamos capaces de asesinar a otra persona y no sentirnos culpables? Estos son los dilemas que nos presenta esta producción.
Un buen mensaje, un buen fondo, maltratado por un guión lleno de clichés. Una buena idea desaprovechada, eso es lo que es esta producción. Un producto con muy buena pinta pero que al abrirlo, huele a lo de siempre. Creo que el realizador se ha tropezado con su propio guión, ahogando todo lo bueno que había en él. Ha querido transmitir demasiadas cosas, algunas con más fortuna que otras, y esto resulta asfixiante para el producto final.
Lo que le ocurre a James Sandin es una metáfora de los errores que comente tanto en su vida personal como en la profesional. El cambio de rol, ya al final de la película, de Mary Sandin simboliza la victoria de lo correcto, por muy duro que sea conseguirlo.
Otro detalle a tener en cuenta es el de las máscaras con las que tapan los asesinos sus rostros para evitar ser reconocidos. Y es que aunque sea algo permitido, e incluso esté bien mirado por toda la sociedad, un asesino siempre será mal mirado incluso por sus semejantes.
Algo que también llama la atención es la protección de los políticos ante la Purga, los cuales pueden vivir tranquilos ya que no serán juzgados por el pueblo. Esto es algo similar a lo que pasa en la actualidad, los políticos están libre de todos los crímenes que cometen. Se protegen entre ellos con leyes que ellos mismo crean. Un reflejo de al sociedad actual y de lo que puede llegar a ser.
Esta producción se presentaba como algo interesante, una opción a tener en cuenta a la hora de ir al cine. Pero tras verla sólo se puede sentir decepción. A pesar de que hay factores que le son favorables, los clichés, y una realización regular, terminan ahogado a esta producción, convirtiéndola en una más de las muchas que hay de este tipo.
Logra, a medias, lo que se propone. El mensaje que transmite no es suficiente para que sea buena.