Tenía ganas de volver a leer a Carme Chaparro. El verano pasado, y aunque hubo alguna cosilla que no terminó de convencerme, disfruté mucho con la lectura de No soy un monstruo, y su nueva novela no podía perdérmela así que la metí en la maleta y se vino a la playa conmigo. Hoy os hablo de La química del odio.
Mi opinión
Tras la resolución del caso Slenderman Ana Arén ha pasado un tiempo de baja, pero el día de Nochebuena se incorpora a su nuevo puesto en la Unidad de Homicidios y nada más llegar se topa con que el cuerpo de Mónica Spinoza, duquesa de Mediona, aparece sin vida en su dormitorio, con una puesta en escena sorprendente, rodeada de dos círculos: uno de joyas y otro de basura. Las cosas se complican aún más cuando el ascensor de un hospital se desploma y varias personas aparecen muertas. Y todo ello con el comisario Ruipérez pisándole los talones y dejándole muy claro que está deseando que dé un paso en falso y tener la excusa perfecta para acabar con ella.Dos casos de lo más mediáticos que pondrán a la Policía en el punto de mira de los medios de comunicación y con los que la autora se desenvuelve como pez en el agua mostrándonos una investigación policial realista, en la que no se deja nada a la improvisación y con un relato minucioso y eficaz de los procesos, poniendo de relieve la que sin duda ha sido una gran labor de investigación y dotando así a la narración de verosimilitud, sin dejar de lado por ello los giros inesperados que cualquier novela del género precisa. Además, no deja de sorprendernos introduciendo elementos curiosos como los llamados “colores de la muerte” y las técnicas de medición de emociones a través del neuromarketing. Tampoco se olvida la autora de hacer referencia a cómo internet y la tecnología (ojo al apunte sobre mayordomos virtuales) nos han restado privacidad casi sin que nos demos cuenta.
Con una prosa clara, algo más elaborada que en la novela anterior, y un adecuado equilibrio entre narración y diálogo, la autora nos brinda el aspecto más visual de la narración consiguiendo que el lector se sienta partícipe de los hechos que distintos tipos de narradores se encargarán de mostrarnos mientras combina varios hilos y espacios temporales, consiguiendo con todo ello que el ritmo de lectura no deje de crecer conforme avanzamos, de modo que si La química del odio es una novela que atrapa desde el inicio, su avance atrapa irremediablemente al lector que no puede evitar caer en esa trampa mortal de un capítulo más y lo dejo. Y es que si cuando os hablé de No soy un monstruocomenté que alguna cosa no había terminado de convencerme, lo cierto es que con La química del odio aquellas pequeñas pegas han desaparecido y me encuentro con una autora que ha crecido y cuyo éxito anterior no fue flor de un día, sino que ha llegado para quedarse.
A los personajes ya conocidos se suman otros cuantos trazados con detalle a través de sus comportamientos y actitudes. Consigue la autora meternos en la mente del asesino, introduciendo unos capítulos con los que pone de relieve hasta dónde puede llegar una persona consumida por el odio. Porque esta y no otra es la esencia de una trama bien urdida y mejor resuelta, salpicada de pistas que invitan al lector a llevar a cabo su propia investigación. Una historia compleja llena de elementos de lo más diversos que en muchas ocasiones nos harán preguntarnos qué tienen que ver unos con otros, un puzle enorme al que Carme Chaparro consigue dar sentido y cohesión.
En definitiva, La química del odio es una novela policíaca muy entretenida en la que el odio y la venganza sirven de base a una trama tan compleja como bien llevada. Una de esas novelas que se leen casi sin darte cuenta, sustentada por una investigación sólida y unos personajes cercanos y creíbles.