Editorial: Ediciones Destino, 2019
Colección: Áncora & Delfín
Traducción: Julio Hermoso
Mientras intentan resolver una nueva serie de asesinatos, Sam Porter y su equipo continúan con la búsqueda de Anton Bishop, iniciada en El cuarto mono.
es la segunda de una serie de novelas (la primera es La quinta víctima El cuarto mono, y serán, como mínimo, tres), no autoconclusivas, algo que puede crear confusión y resultar frustrante, sobre todo cuando, de pronto, abruptamente, aparece un "concluirá" que deja todas las tramas sin resolver. Y la sospecha de que, en la siguiente, el autor repetirá algunos de los recursos utilizados en las dos primeras entregas, con lo que se perderá al menos parte del factor "sorpresa" que puede haber impresionado antes.
Como representante de la actual tendencia a enrevesar las tramas para dificultar que se intuya todo antes de la conclusión, en La quinta víctima, como en su predecesora y en tantas otras, la credibilidad y la lógica se sacrifican en aras del espectáculo, dando lugar a situaciones mal o nada explicadas, a veces de forma sencilla y esquemática, en la que solo queda la opción de creérselo, o no (y hay cosas difíciles de creer en cuanto a método y oportunidad para llevar a cabo todo lo que pasa).
Tras unas primeras páginas en las que el autor demuestra hasta dónde es capaz de llegar en su intento de crear escenas impactantes que luego resuelve de manera torpe o decepcionante, la obra sigue un esquema similar al de la anterior, y al de muchas otras del género, sin ahorrar tópicos: cambios de punto de vista entre personajes con un desarrollo tan escaso que son meros nombres intercambiables, capítulos interrumpidos cuando está a punto de hacerse una revelación que parece trascendental y no siempre lo es, más capítulos, centrados en las torturas a que son sometidas las víctimas...
Sin embargo, lo más destacable es que se utilice, por segunda vez, el recurso más impactante (que no original) que usó en El cuarto mono, lo que motiva que, apenas pasada la mitad de la historia, se pueda sospechar la principal revelación, reservada para las últimas páginas. Un detalle que se cuenta poco después, y no se relataba en la obra anterior, como si al autor se le hubiera ocurrido de repente, y no estuviera planificado desde el principio, permite sospechar cuál será el tema principal del tercer tomo.
Otro recurso que se repite es el del Diario, ahora utilizado a modo de información ambigua e interesada, aunque, al menos, redactado de forma un poco menos cutre que en El cuarto mono. Por cierto, ¿alguien escribe un Diario personal "novelizado", en el que incluya diálogos, y descripciones de personas y lugares que ya conoce?
En resumen, La quinta víctima es una novela correctamente redactada, que maneja con cierta destreza los tópicos del género, a ratos entretenida y con capacidad de "enganche". Pero también es obvia, previsible, tramposa, repite trucos usados en su predecesora, demasiado larga, a veces repetitiva. El abrupto final, que no resuelve nada, dejando todas las tramas abiertas para una próxima entrega, que quizá no sea la última, es anticlimático, decepcionante y hasta puede enfadar.
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