Revista Empresa

La racionalización: Un mecanismo de defensa a la orden del día

Por Manuelgross

Manuel Gross

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Por Jennifer Delgado Suárez

Rincón de la Psicología  

En algunas ocasiones lidiar con la vida cotidiana puede ser tensionante e incluso algunas realidades pueden desbordar nuestros recursos psicológicos a nivel consciente. Ante estas situaciones (que nos resultan particularmente amenazantes para nuestro yo) ponemos en juego los mecanismos de defensa en aras de mantener nuestro equilibrio psicológico y evitar cualquier tipo de perturbación.

Los mecanismos de defensa son muy variados, entre ellos me atrevería a asegurar que uno de los más extendidos es la racionalización.

La racionalización no es sino una forma de negación que nos permite evitar el conflicto y la frustración que éste genera. ¿Cómo hacemos esto? Sencillamente nos brindamos razones (aparentemente lógicas) que justifican o encubren los errores o las contrariedades.

Mediante la racionalización la persona intenta defenderse del efecto frustrante y trata de autoconvencerse de que, en el fondo, no deseaba aquello que no ha conseguido. Un ejemplo clásico en la literatura de racionalización es el de la zorra que después de varios saltos no logra alcanzar las uvas y exclama: "¡Ah, están verdes!". O quizás el del joven que va a una fiesta y aduce que no baila porque se suda pero realmente no sabe bailar y teme hacer el ridículo.

Vale puntualizar que en muchas ocasiones los argumentos que las personas se muestran a sí mismas son reales. Por ejemplo, en los casos anteriores en verdad las uvas estaban verdes y al bailar las personas se sudan pero en esencia, estos no son los motivos reales por los cuales no logramos la meta o no exhibimos un comportamiento determinado. Como los argumentos que nos brindamos son perfectamente racionales, estos logran convencernos y así no debemos reconocer nuestra incapacidad para lograr algún objetivo en específico.

La racionalización es un mecanismo que transcurre por vericuetos que se alejan de nuestra conciencia; es decir, la persona no se autoengaña conscientemente. Cuando el terapeuta u otra persona les pone frente a la realidad, en muchas ocasiones ésta suele negarse. Una negación que será más o menos intensa y duradera en el tiempo según se perciba la realidad como más o menos amenazante para el yo.

La racionalización funciona sobre un mecanismo de disociación donde la persona determina una distancia ideal entre lo “bueno” y lo “malo” en aras de eliminar una fuente de inseguridad, peligro o tensión emocional. De esta manera, la persona se adapta al medio pero no logra resolver realmente sus conflictos ya que no enfrenta la realidad y sus causas verdaderas.

Una acotación importante en lo que a mecanismos de defensa se refiere es que éstos no sólo se muestran como signos de una personalidad neurótica (según la comprensión freudiana) sino que también pueden evidenciarse en las personas “normales”. En otras palabras, todos podemos poner en práctica algún que otro mecanismo de defensa sin que por ello nuestro comportamiento sea considerado patológico. Lo que realmente hace que un mecanismo de defensa sea un signo de trastorno es la rigidez con que éste se manifiesta y su extensión prolongada en el tiempo.

Por supuesto, aunque la racionalización sea uno de los mecanismos de defensa más usuales, esto no quiere decir que no restrinja nuestro autoconocimiento y nuestras potencialidades por lo que es importante aprender a discernir entre el razonamiento y la racionalización. El primer gran paso para alejarnos de la racionalización es reconocer que no somos seres humanos perfectos por lo que cualquier error o desconocimiento solo indica que debemos esforzarnos aún más.

Y para culminar les dejo un chiste gráfico:

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Publicado por Jennifer

28 de febrero de 2011

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Fuente: Rincón de la Psicología  

Imagen: Máscaras  


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