La noticias negativas se suceden a tal velocidad que toda esta información va dañando la tradicional moral de hierro de los japoneses, muchos de los cuales han optado por irse al sur del país en el mejor de los casos, o por abandonar el archipélago con destino a otras naciones. Los gases radioactivos están llegando a la región metropolitana de Tokio-Yokohama, la urbe más poblada del mundo (supera los 35.000.000 hab.), y situada a unos 240 km de la central dañada como consecuencia del terrible terremoto (9,0 grados) del pasado día 11 de marzo. También han sido detectadas elevadas cantidades de isótopos radiactivos en el agua corriente de las prefecturas de Chiba y Saitama, próximas a Tokio. El gobierno japonés recomienda no dar agua de grifo a los niños porque han detectado altos niveles de isótopos de yodo radiactivo en las depuradoras de la capital de Japón. Los alimentos obtenidos en la región de Fukushima están contaminados, la lista de alimentos afectados va aumentando cada día que pasa: leche, espinacas, brócoli, etc. Los isótopos radiactivos como el estroncio-90, el cesio-137, y otros han contaminado grandes áreas del país del sol naciente. El ejército estadounidense, sin duda uno de los mejor preparados para afrontar catástrofes como esta, va a ayudar a los japoneses a enfriar los reactores.
Por cierto, de momento no se está viendo cómo está la mar, pero la costa próxima a la central tiene que estar altamente contaminada por lo que el típico consumo japonés de pescados o mariscos se tendrá que evitar al ser sumamente peligroso para la salud. Tras este tremendo accidente atómico la agricultura, la ganadería y la pesca tendrán que ser prohibidas y/o controladas estrictamente en un gran área alrededor de Fukushima porque esta contaminación perdura durante décadas, como bien saben los afectados de los alrededores de Chernóbil. Para las familias que tras el terremoto han perdido prácticamente todo, la contaminación radiactiva es el tiro de gracia.
Un saludo