( IV.16). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA.
Frente a la veneración que se le profesaba en el Antiguo Egipto y por los coptos posteriores como símbolo renovador, de resurrección y fertilidad por desaparecer en invierno reapareciendo en la primavera anunciante de las crecidas del Nilo fecundador, los israelitas la personificaron como poderes demoníacos sometidos al imperio de su Dios: " Bullirá el Nilo de ranas que subirán, se meterán en tu palacio, por habitaciones y alcobas y hasta tu cama; lo mismo pasará en casa de tus ministros y de tu pueblo, en hornos y artesas" ( Ex. 7,28).
Relegada a plaga veterotestamentaria, fue asociada al acto de Aarón cuando, extendiendo la mano sobre las aguas " hizo salir ranas que infestaron todo el territorio egipcio" (Ex. 8,2) y consolidada por el texto apocalíptico 16,13: " de la boca del dragón, de la boca de la fiera y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus inmundos en forma de ranas", que gozaría de pronunciamiento en multitud de miniaturas de beatos.
Sin embargo, para las culturas ancestrales la riqueza de su simbolismo yace en su relación con el agua, la vida en desarrollo y la fecundidad ya que no en vano, desde las micénicas Diosas Nutrix, la Tierra Madre, la rana está ligada a su representación como expresión de la abundancia ( "luxus") desbordada, aunque interesada y convenientemente fuera posteriormente reconvertida y matizada con signo negativo en el arte románico pasando a constituir el mensaje del prototipo iconográfico del pecado lujurioso y lascivo.
Los bestiarios medievales acabarán por distinguir las ranas secas de las ranas de agua estableciendo la separación entre aquellos cristianos que ponen en peligro su alma entregándose a las tentaciones y lujuria y rechazan el agua divina de la gracia (sapo), de aquellos otros que, lanzados al agua del pecado (ranas), son no obstante susceptibles de ser redimidos de sus faltas, como se redimen las nuestras en las aguas sagradas de las benditeras.
También el sapo tiene su oportunidad. Materia negra, es susceptible de transmutarse y metamorfosearse en la retorta alquímica donde los elementos se reestructuran bajo el efecto del calor, y rociado con azogue/paloma (espíritu viviente extraído del mercurio) segregará todos sus elementos.
Su carácter negativo en el arte sacro nace, pues, de la estigmatización bíblica, del desconocimiento de su verdadero papel en antiguas y predecesoras culturas y de su eterna capacidad de metamorfosis, verdadero símbolo de superación y transformación que permite al ser humano emerger de las aguas del inconsciente y abrazar el estado consciente y reconocible, cual la rana de aquellos nuestros sueños y cuentos de hadas a la que el verdadero amor siempre acababa convirtiéndola en príncipe o princesa.
Aunque visto lo visto, solo confío en que este artículo no me haya salido "rana".
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".