Los sabelotodos gustan de manifestarse en los actos públicos, preferiblemente entre pequeños grupos mixtos. Antes de actuar y desplegar todos sus saberes rodean con la mirada a aquellos que tienen más cerca, seleccionando el grupo sobre el que van a actuar y analizando el tema del que se esté hablando. Después, el sabelotodo se dirigirá con paso decidido, pero disimulado, aprovechando seguramente que conoce a uno de los miembros del grupo -prefiriendo ser presentado por alguien del género femenino (vulgarmente llamado "miembra"). Después de escuchar por dónde van los tiros, entrará en la conversación sin posibilidad de marcha atrás:
- Eso me pasó a mí cuando...
Pero los de la raza de los sabelotodos tienen una gran capacidad inicial de camuflaje, a fin de no ser detectados por miembros de otras razas. Por eso a veces se disimulan entre adolescentes, adoptando su aire pasota, en las clases:
- Profe, eso que dices es lo mismo que aquello que explicaste cuando...
O son aquellos alumnos que comentan mirando de soslayo lo que el profe está explicando, porque, claro, todo lo saben, nacieron sabiendo, su vida es demostrar conocimientos. Y es que el sabelotodo procede de un espermatozoide o un óvulo especial, increíblemente mutante, con asombrosa capacidad de absorber conocimientos, destinado a la gloriosa tarea de ennoblecer y aumentar la sabiduría de la raza humana con sus experiencias mundanas.
Los de la raza de los sabelotodos se multiplican, irradian, se dispersan, se elevan a miles de potencias. Un sabelotodo puede aparecer en la boca del metro, informando concienzudamente sobre la mejor combinación para tu destino, estar junto a ti en el autobús -conociendo el momento justo en el que el atasco es ya fruto de un accidente- o en la sala de espera del hospital, lugar en el que desplegará sus eficaces conocimientos sobre tus síntomas y los del enfermo de al lado, pues todo lo ha vivido, experimentado y percibido:
- A mi nuera, la que está casada con mi hijo-el-pequeño, le pasó exactamente lo mismo...
- Pues mi niño, cuando era pequeño, tenía unos cólicos que... sólo con una medicina recomendada por...
- ¡Huy! Eso que tiene usted no es nada, hombre. Mire lo que me pasa a mí en la rodilla derecha cuando...
- Que no, mujer, que no, que le digo yo a usted que en la herboristería de mi barrio tienen unas pastillas que...