La megafauna consta de animales icónicos como los mamuts lanudos, los mastodontes, los canguros gigantes, los toxodontes y muchísimos más animales que se extinguieron al final del Pleistoceno. Las causas de su extinción son muy debatidas. Se ha propuesto que la humanidad es la responsable, que fue el cambio climático o una mezcla de estos dos factores.
Lo cierto es que al final del Pleistoceno, al menos en el hemisferio norte, tuvo lugar un evento glacial súbito conocido como Younger Dryas (o Dryas Reciente), que parece ser sincrónico con la extinción de la megafauna en la región. Este evento tomó lugar hace 12,900 y 11,700 años, habiendo durado tan solo 1,200 años, un parpadeo en términos geológicos. Su nombre deriva de la planta alpina Dryas octopetala, por la abundancia de su polen durante este lapso.
Durante mucho tiempo se ha discutido la razón de este evento. Las propuestas básicamente se han centrado en un evento de derretimiento de agua glaciar que cambió en los patrones del Atlántico norte y en el posible impacto de un asteroide o cometa contra la tierra.
Sin embargo, un estudio reciente se dio a la tarea de estudiar la geoquímica de sedimentos finos depositados en una cueva con un registro sedimentario completo de este lapso, es decir de antes, durante y después del Dryas reciente. Y lo que descubrieron los investigadores es que aunque la tasa isotópica de Osmio 187 y 188 pareciera sugerir un impacto extraterrestre, las tasas de otros elementos radiactivos como el iridio, rutenio, platino, paladio y renio, apuntan a un origen más cercano: vulcanismo.
Pero ¿Qué volcanes? Bien, pues resulta que fechando lo más posible, se tiene que varios entraron en actividad eruptiva durante ese lapso en dos pulsos. El primero estuvo dominado por las erupciones del Glacier Peak y el Santa Elena, ambos ubicados en Washington, EUA.
Y el segundo pulso estuvo dominado por el Arco Aleutiano de Alaska y el volcán Moekeshiwan, también conocido como Lvinaya Past, localizado cerca de Japón.
Juntos, estos pulsos y las evidencias de impacto parecen sumarse como una coalición de factores que ocurrieron casi al mismo tiempo y que produjeron una desestabilización climática tal, que los ecosistemas del mundo se vieron ampliamente impactados por el evento. Y si sumamos la presión creciente de los seres humanos, tenemos un escenario apocalíptico para la megafauna del mundo. Esperemos que pronto, nuevos trabajos nos den más luz sobre lo que puso el fin de las megabestias y sentó las bases de la modernidad.
Fuente:
Sun, N., Brandon, A. D., Forman, S. L., Waters, M. R., & Befus, K. S. (2020). Volcanic origin for Younger Dryas geochemical anomalies ca. 12,900 cal BP. Science Advances, 6(31), eaax8587.