• Dios obra para nuestro bien. La Biblia declara que Dios tiene el poder de hacer que, a sus ojos, todas las circunstancias de nuestra vida obren para nuestro bien. Él tiene el conocimiento, el poder y el deseo para lograrlo. Dios promete hacer esto por aquellos que ama y pertenecen a Él.
• Dios nos protege cada día. La Biblia dice que “el ángel del Señor acampa en torno a los que le temen” (Sal 34.7 NVI). Sin el permiso de su voluntad, nada puede tocar a los hijos de Dios. Cuando nuestro Padre celestial permite que sucedan cosas dolorosas, debemos confiar en su naturaleza inmutable y en sus promesas imperecederas. Las personas y las circunstancias cambian, no así el tierno y bondadoso carácter del Señor.
• Dios tiene el control sobre nuestro futuro. Él ha ideado todo un plan para el cuerpo de Cristo y para cada uno de sus miembros —un plan tan magnífico más allá de lo imaginable (1 Co 2.9). Podemos confiar nuestro futuro a Dios porque su carácter y sus planes son perfectos.
Descansar en la soberanía del Señor nos hará libres del temor y la ansiedad. Si usted no tiene seguridad en cuanto a cualquiera de los puntos mencionados antes, confiese su falta de fe al Padre celestial. Pídale que le perdone, y comprométase a meditar en su carácter y sus promesas.
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