Historias de restaurantes
Ya se sabe. Vamos a tal velocidad cada día que lo de compartir se convierte en momentos excepcionales.
A mí me pasa que me cuesta sacar tiempo, y no creo ser la única. Por eso aprecio tanto esos ratos en los que puedo tener instantes con mi gente. Y el lugar para ello cobra entonces mucha importancia.
Porque no es lo mismo un sitio feo y ruidoso a uno agradable a la vista y donde puedas conversar. Y cuando se trata de restaurantes, no es lo mismo tampoco un sitio donde te traten mal y la comida te desagrade a otro donde la atención sea amable y los platos te vayan entusiasmando uno tras otro.
Al fin y al cabo los restaurantes se convierten en esa buena excusa a la que acudes para vivir una experiencia con todos los sentidos. Y con tus afectos.
Hace unas semanas conocí un restaurante aquí en Madrid.
Nunca había ido porque está en una zona que no frecuento, Hortaleza. Me habían invitado a probarlo y fue la razón perfecta para quedar con mi hermano para comer, los dos tenemos unos horarios complicados (él ya sale hasta en la tele), así que somos un pequeño desastre.
El lugar se llama La Pulpería del Peregrino.
Parte del salón de La Pulpería del Peregrino
Está emplazado en una esquina del barrio Sanchinarro, tiene terraza en verano y un ambiente relajado, de lugar animado por la clientela pero sin el estrés que solemos llevar en el centro de Madrid.
Nada más entrar nos recibió Miguel, el jefe de sala, un hombre dicharachero al que se le notan muchos años de experiencia en el tema, y quien nos recomendó lo que íbamos a tomar. Mi hermano y yo, que nos encanta zampar, nos dejamos llevar por sus consejos.
Los platos de La Pulpería del Peregrino
Total, que pedimos un vermú de aperitivo y comenzaron a transcurrir los platos. Ya con el primero yo me entusiasme, si hay un vegetal que me gusta es la alcachofa, y estas estaban tiernas y con un sabor espectacular. Después, la ensalada templada de chopos fue un auténtico descubrimiento, me encantaron esos contrastes de temperatura y la mezcla de ingredientes nos sorprendió.
Alcachofas, ¡ñam!
La ensalada, buenísima
Con los torreznos ya ni te cuento, ¡me encantan! Estos estaban crujiente y bien fritos. Norma, la dueña del restaurante, nos comentó que su marido, Javier, es de Soria y por eso siempre cuentan con este plato en su carta. Te aseguro que estaban riquísimos.
Torreznos crujientes y ricos
El plato estrella de la casa es el pulpo y fue lo que comimos después. Lo hacen de diferentes formas, pero tienen su preparación especial: el pulpo peregrino. Las patas del molusco, tiernas y cortadas, estaban sobre patata parmentier con aceite de trufa y una fruta que Miguel nos dijo era secreta y no nos podía revelar; luego nos lo contó, pero no te lo voy a chismear aquí para que vayas y lo pruebes
El pulpo, plato estrella de La Pulpería
Por cierto, la patata parmentier se refiere a un puré donde el ingrediente protagonista es este tubérculo mezclado con diferentes ingredientes. Su nombre se debe al farmacéutico, agrónomo y nutricionista francés Antoine-Augustin Parmentier, un señor del siglo XVIII que fue el responsables de introducir la patata en Francia y buena parte de Europa (me encantan estos momentos Petete porque aprendo cosas nuevas).
El último plato salado fue la carne. Mira que no soy de las que suele pedirse solomillo cuando va a los restaurantes, pero queríamos probar un poco de todo y Miguel nos dijo que estaba muy bueno, míralo:
La carne venía presentada así
La carne estaba tierna y jugosa
Solomillo con aceite y perejil, riquísimo, venía con esa bonita presentación. Obviamente aquí cerramos el pico porque ya estábamos llenos, aunque teníamos que probar un postre, y nuevamente nuestro anfitrión nos recomendó el coulant de chocolate con helado de menta y chocolate.
El postre
Tú te preguntarás qué tiene que ver toda esta crónica de platos con el inicio del post.
Tiene que ver por la excusa. Porque entre plato y plato (y mira que fueron varios) mi hermano y yo nos pusimos un poco al día después de meses sin contarnos la vida.
Tiene que ver con la experiencia. Porque hablábamos del último acontecimiento ocurrido, masticábamos un bocado y comentábamos lo bueno que estaba.
Tiene que ver con el disfrute. Porque el salón de La Pulpería del Peregrino es un espacio con mesas amplias y mucha iluminación debido a unas grandes cristaleras por las que entraba una tranquila luz de invierno.
Tiene que ver, al fin y al cabo, con compartir. Compartir momentos de sabores, olores y charlas con la gente que quieres en un espacio que te permite hacerlo de la mejor manera. Yo creo que esa es la mejor razón de ser de un restaurante.
Y por eso te recomiendo La Pulpería del Peregrino, porque aquí puedes tener esos momentos, y ¿qué sería de la vida sin ellos?
La fachada de La Pulpería del Peregrino
Desde nuestra mesa
Otra zona del salón
Y ese es mi hermano
_______________________
Calle Príncipe Carlos, 30 Madrid
Reservas: 917 18 95 16
_________________________
Si te ha gustado lo que has leído ¡compártelo! Solo es un click, anda.
Y si te gustan mis textos puedes suscribirte al blog, ¡me encantaría!, tienes el botón en la barra derecha. ¡Saludos!
Archivado en: Historias de restaurantes