Con la llegada del verano empezamos las tan ansiadas vacaciones, los días festivos, buscar destinos de ocio y pasarlo bien un poco alejados de la rutina diaria y el trabajo. Todo es lo esperado y es genial pero, si hay hijos en casa, antes hay que pasar por el trance de las notas escolares. Ese momento que genera tensión, roces y sobre las que hay que tomar importantes decisiones que nos afectarán a todos durante el verano (no sólo a los que suspenden). ¿Cuál es la forma más adecuada de gestionar suspensos en las notas escolares de cara al verano?
El momento de las notas
Para que el momento de las notas escolares, la recogida – entrega – evaluación de esas notas no sea un conflicto familiar, lo más adecuado es que durante todo el curso, se haya hecho un seguimiento del rendimiento escolar de nuestro hijo y estemos “conectados” con su proceso de estudio.
A veces ocurre que por estar siempre trabajando, cansados u ocupados, no estamos todo lo ligados a la educación de los hijos que quisiéramos – debiésemos de nuestros hijos y por lo tanto, con las notas, llegan “las sorpresas”. Si hemos hecho nuestro trabajo de padres, ese momento pre-verano, jamás debe representar un susto primero porque estaremos preparado y en esa evaluación final se verá reflejado lo ocurrido durante todo el año y segundo porque todo saldrá bien.
Por lo tanto, los primeros que deberían auto-evaluarse a la hora de recibir las notas de sus hijos, son los padres. Da igual la edad que tengan los hijos, mientras estemos haciéndonos cargo de su educación (económicamente y/o porque convivan con nosotros) debemos estar al tanto en todo momento de qué ocurre y realizar un seguimiento de su educación – formación.
Así, el momento de las notas, ahora ya pasa a ser más liviano. Si por el contrario la desconexión es total durante el curso, el momento de las notas puede suponer un auténtico “calvario” para todos.
Los aprobados en las notas también cuentan
Empecemos por lo positivo. Vivimos en una sociedad en la que estamos poco habituados a “premiar” y valorar lo positivo. Nos centramos tanto en el castigo, en reprochar y en decir – resaltar lo malo, que se nos olvida que aprendemos más y mejor cuando nos ensalzan lo bueno. Y con ensalzar no estamos hablando de premiar económicamente, por ejemplo.
Ensalzar es darle importancia y valorar los buenos resultados, el esfuerzo, lo que se ha hecho bien y tenerlo muy en cuenta. Solemos pasar de forma muy sutil los buenos resultados de nuestros hijos alegando que “es su obligación” estudiar y sacar buenas notas. Por supuesto que es lo es pero también la nuestra como padres valorar y tenerles en cuenta que han cumplido con sus obligaciones.
Cuando esto no ocurre, crecemos y entramos en actitudes muy auto-destructivas profesionalmente en las que buscamos la aprobación y premio de todos en nuestro trabajo para llenar ese hueco que no tuvimos cubierto de niños – adolescentes.
Si nuestros hijos, en cualquier etapa de su formación, consiguen gracias a su esfuerzo y trabajo buenos resultados, hay que valorarlo y tenerlo muy en consideración. Así aprenderán el valor de esforzarse, de darlo todo para conseguir objetivos y sabrán que merece la pena. Es una lección que siempre, quedará impresa en ellos.
Cuando lleguen las notas de verano, tengamos en cuenta que los que han cumplido, también merecen “un premio”. Sepamos, en cada etapa de vida de los hijos, qué tipo de recompensa – premio – valoración es la más adecuada en relación a su edad – esfuerzo y objetivos cumplidos.
Los suspensos… ¿qué ha pasado?
Pero lo más temido es el caso contrario, cuando llegan los suspensos. Un suspenso es una evaluación negativa del trabajo realizado lo que quiere decir que no se ha hecho lo que correspondía y no se han cumplido objetivos.
Antes de echar bronca, castigar y montar como padres “la de San Quintín” hay que hacer también una evaluación propia de la situación:
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¿Qué ha ocurrido?
Para un suspenso hay mil y una explicación posible y que podrían incluso, justificar ese resultado. Otra cosa es que sean las que nos interesan escuchar o identificar y que estemos preparados para ellas.
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Responsabilidades
Una vez evaluado el qué ha ocurrido, hay que desgranar responsabilidades. Si un niño pequeño (8 – 12 años) ha tenido suspensos, los padres tienen que mirarse qué tiempo les han dedicado, si han estado todo lo que tenían que estar, si han sido permisivos durante el curso y ahora vienen las consecuencias, si ese niño tiene o no problemas de cualquier tipo en el colegio… Si los niños – jóvenes son más mayores, igualmente hay que ver qué ocurre. Un suspenso en un momento determinado tampoco es algo que vaya a hundir el mundo pero si nos avisa de que hay algo que hay que estar pendiente.
Tomar decisiones frente a los suspensos
Ahora, cuando ya tenemos analizado qué ha ocurrido y otorgado responsabilidades (como decíamos, los padres tienen responsabilidades en los suspensos de los hijos y mucha) hay que determinar las consecuencias para todos de esos suspensos.
¿Qué se va a hacer? Cuidado con los castigos en verano porque pueden afectar a todos sobre todo a los posibles hermanos que sí hayan hecho su trabajo y obtenido buenas notas. Privar a todos de vacaciones porque uno de los hijos ha tenido suspensos, acarrea consecuencias para todos.
Hay que ser racionales y tomar decisiones inteligentes. Decisiones además y sobre todas las cosas… ¡Constructivas! Dejemos de lado los impulsos, los castigos de antes y las formas de educar que sólo traen frustración y rabia. Los suspensos se gestionan de forma que se eviten para el próximo año porque se soluciona el problema de raíz, no porque se genere más ruptura entre hijos – padres – educadores.
En coaching nos encargamos de acompañarte en este momento educacional con tus hijos. Podemos caminar juntos desde Utopía para encontrar cuál es vuestro objetivo, dónde queréis llegar y trazar el camino más saludable para llegar a él.