La calidad de una democracia se refleja en el espacio político que tienen las alternativas. El respeto al cambio político, el tratamiento mediático de lo nuevo, el fair play del gobierno y las instituciones con lo que se está abriendo paso son rasgos de una democracia que, porque se sabe consolidada, entiende que las novedades han surgido por algo. En España, por eso mismo, la calidad de la democracia está por los suelos. Cualquier propuesta nueva que señale las insuficiencias del régimen es demonizada. Lunes, miércoles y viernes, Podemos es ETA. Martes, jueves y sábados, es Venezuela. El domingo descansan, que para eso somos un país católico. Y mientras, el régimen del 78 se degrada y se degrada.
Y aquí os dejamos a Kavafis: esperando a los bárbaros.