Los disturbios y peleas ocurridos en el parque O´Higgins durante las celebraciones de las fiestas patrias, son la expresión de una cultura de masas idiota y totalmente desbordada, carente de normas en cuanta vida social e individual. Una cultura de masas alienada, compuesta de una suma de individuos desprovista de toda civilidad.
Tal como decía Ortega y Gasset, “La vida pública no es sólo política, sino, a la par y aun antes, intelectual, moral, económica, religiosa; comprende los usos todos colectivos e incluye el modo de vestir y el modo de gozar”.
En las peleas en el Parque O´Higgins que mostró la TV, pudimos ver a un tipo de sujeto bastante identificable en cuanto modo de vestir y gozar, el “flaite”* cuya “cualidad común, es lo mostrenco social, es el hombre en cuanto no se diferencia de otros hombres, sino que repite en sí un tipo genérico…” según Ortega y Gasset.
Y esto no tiene relación esencial con clases o sectores sociales específicos, sino con comportamientos, con una cultura de masas antisocial que se ha hecho masiva y que es apreciable en los medios de comunicación, en las calles, en las artes y en la política.
Como dice el filósofo español, “la división de la sociedad en masas y minorías excelentes no es, por lo tanto, una división en clases sociales, sino en clases de hombres, y no puede coincidir con la jerarquización en clases superiores e inferiores”.
Por lo mismo, en las carreteras y en los barrios más pudientes de las ciudades anda mucho “flaite” en autos de alto precio, transgrediendo toda norma mínima de civilidad al volante en cuanto al resto o con sus vecinos. Ese sujeto antisocial -como dice el autor español- no es más que aquel petulante que se cree superior a los demás. Muchos son instruidos, pero sin embargo, son hombres masa (flaites) en todo sentido.
Así, el flaite es el nuevo prototipo de la cultura de masas, aquel individuo que carece de todo contenido político y social, y que opera como un hombre masa en cuanto puede hacerlo.
Este prototipo de “ciudadano” (si podemos llamarlo así) es producto de los medios de comunicación, el sistema educacional y los nuevos modos de consumo que operan actualmente.
Abundan en los estadios y barras de los equipos de fútbol, en los malls cada fin de semana, en las manifestaciones o actos públicos (a las cuales se suman sin saber el leiv motiv de éstos), y en cualquier evento masivo que implique aglomeración o muchedumbre.
El flaite es la materialización del ciudadano convertido en consumidor compulsivo e ignorante, pues no sólo carece de ideales o principios comunes sino que tal como dice Ortega y Gasset, “no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente «como todo el mundo» y, sin embargo, no se angustia, se siente a saber al sentirse idéntico a los demás…”. (Punto aparte es que ésto parece no complicar a quienes tienen poder político o económico, sino que más bien les parece lo óptimo, pues el flaite es eficiente en cuanto deslegitimar -con su propio actuar- cualquier manifestación pública de ciudadanos responsables, fortaleciento entonces el discurso elitista de las elites gobernantes).
Los medios, sobre todo la radio, la televisión y la publicidad, han sobreexplotado la cultura flaite, sobre todo con los programas de “farándula”, los realities show y los programas juveniles, generando una homogeneización extraña que por un lado resalta la individualidad pero que termina por igualar a todos en cuanto vestimentas, música, gustos, intereses, pero sobre todo en la calaña de los contenidos.
Por lo mismo, la cultura flaite, esta nueva rebelión de la masa, se ha hecho cada vez más notoria e invasiva en varias dimensiones sociales. No sólo ha hegemonizado los medios abiertos como la TV o los diarios, sino que la mayor parte de los espacios públicos y en los modos de comportamientos de los sujetos.
Así, no es rato tener que escuchar música (aunque no nos guste) proveniente de estrambóticos celulares o desde autos con alto parlantes “enchulados”, sino también soportar muchas veces, la baja civilidad e incluso la cultura criminal de algunos individuos (que en su mayoría no saber estar en espacios públicos).
Así, lo que vemos cuando ocurren muchedumbres como las del parque O´Higgins es una suma de individuos “irracionales” en un sentido colectivo, que carecen de noción individual y a la vez de noción social. Son los idiotas en el sentido estricto de la palabra.
Lo que vimos en el Parque O´Higgins, años atrás un lugar tradicional donde las familias festejaban, es la expresión de una cultura de masas idiota y totalmente desbordada, carente de normas en cuanta vida social e individual. Una cultura de masas alienada, desprovista de toda civilidad.*El flaite es un modismo usado en Chile para referir a sujetos marginales o de conducta mal educada o antisocial.