La rebelión de las ratas - (Microrrelato)

Publicado el 08 abril 2016 por Matapuces

El mundo quedo devastado por una guerra global que los humanos iniciaron por la lucha por el poder y la supervivencia, la humanidad dejo de ser humana y se convirtió en una especie implícitamente destructiva con sus semejantes y su entorno. Después de una guerra que duraría 200 años, se desencadeno una gran plaga de ratas que, debido al descuido del hombre fue en aumento, las roedores aumentaron su tamaño considerablemente al incrementar su alimento y a la contaminación, los cadáveres se amontonaban en las grandes urbes y fruto de este hecho les era fácil encontrar comida.
La población mundial quedo reducida a 1/10 parte después de 200 años de guerra sin tregua, la amenaza de las ratas ya era un hecho que el hombre no podía controlar, miles de ratas invadían todas las ciudades y se dispersaban por todo el territorio, inundaban todos los edificios que un día fueron hogares de miles de familias. Los supervivientes muy deteriorados por las consecuencias de la brutal guerra y con muy pocos recursos para subsistir, se veían obligados a huir a los montes. Las ratas ya eran dueñas de un gran parte del territorio donde antes habían habitado antes los humanos.
Después de varias décadas es posible que las ratas adquirieran tras un cambio biológico, una mutación muy significativa, sus instintos se agudizaron, el tamaño de todo su cuerpo se vio incrementado, de tal consecuencia el cerebro se hizo más grande habilitando cada vez más sus potencialidades psíquicas.
Los pocos hombres que quedaron se limitaron a la supervivencia cada vez más en las zonas de alta montaña debido al gran incremento de la población de las ratas no pudiendo sino huir debido a que las ciudades presentaban muchas dificultades en la búsqueda de alimentos y eran muy peligrosas por las enfermedades contagiosas que las mordeduras de los roedores ocasionaban en los cuerpos de los individuos.
Tras varios años de ausencia del hombre, las enormes ratas se reproducieron de forma exponencial, ya tenían un sistema de organización, las más viejas quedaban aposentadas en los hogares que antes pertenecían a los hombres, su función exclusiva era solo la de engendrar y dirigir a sus congéneres mas jóvenes. Las ratas de menor edad contribuían en la búsqueda de sustento ya fuera en forma de caza de otras especies de animales o desperdicios que aún quedaban de los restos humanos.
Las ratas más viejas decidieron hacer frente a posibles enemigos ya fueran humanos o animales, acordando en reuniones que se celebraban en asambleas generales, donde participaban solo las más longevas de entre 15 a 20 años, unos ejércitos que salvaguardaran la supervivencia y la defensa de la especie. Debido a la organización de los roedores cada vez más desarrollada y compleja los animales que no pertenecían a su calaña eran liquidados sin contemplaciones o apresados, puestos a buen recaudo en zonas habilitadas dónde les era imposible escapar.
Después de un largo periodo, la poca población humana que quedaba, vivía de la manera más salvaje y miserable en selvas y zonas montañosas poco accesibles a los roedores, recordando a sus ancestros más primitivos, la situación en la que se hallaban los hombres les había reducido a una especie en vías de extinción, poco podían hacer ya frente a la gran colonia de ratas que se habían establecido en lo que un día fueron las grandes metrópolis y ciudades en las que habitaron.
Los roedores lograron adquirir con el tiempo, un lenguaje telepático y formas de organización aún no vistas en animales de tan poco tamaño, aprovechando al máximo sus facultades físicas también desarrollaron formas de trabajo que perfeccionaron con la tecnología humana que había quedado y fabricaron maquinas a su medida y condición física que les permitiera subsistir, sin poner en peligro a ninguno de los integrantes de la gran sociedad de roedores.
El pensamiento de las ratas, solo iba encaminado a una reproducción sostenida por los medios de producción, sin alterar el ecosistema, habían conformado unas leyes universales por las cuales todas tenían los mismos derechos y obligaciones, no habían países ni jerarquías, tampoco tribunales ni organizaciones políticas ni burocráticas, condicionaron todo el conocimiento a una vida sin conflictos, en la que el trabajo era el primer mandamiento a cumplir para poder sobrevivir.