La recaída

Publicado el 05 agosto 2014 por Lya
La culpa no es mía. No. Yo en esto me libero, me retiro y me evado. Pero lo sufro. Bueno, no sé. Más bien, aunque no quiero, lo disfruto. Si yo sé que una vez al año, más o menos, pasa. Hay que asumirlo. Pero esta vez, de verdad de la buena, culpa mía no ha sido. No, no. La culpa ha sido de mi coche, por ponerse malo. Por ir a parar a manos ajenas donde algunos días. Porque si lo tengo yo, yo controlo. En serio. Pero así, así no se puede.

Os explico. Mi coche se pone malo. Coche que pasa por el gruero, el mecánico, mi progenitor, de nuevo el mecánico, el cambia-ruedas y los de la ITV. Mi coche una semana lejos de mí. Mi coche a merced de otros. De otros y de los gustos musicales de esos otros.
Si ya lo digo yo siempre, ¡que no me toquen la radio! Pues nada, ni caso. Qué histérica te pones, me dicen. ¿Histérica? ¿HISTÉRICA, YOOO? Vamos, hombre... cuando lo digo será porque tengo una razón...
Estoy hablando de música, por si aún no os habéis enterado.
Que me cambiaron la radio. Que me pusieron Condena Dial. Que al cogerlo no me di cuenta, no reaccioné a tiempo y cuando quise darme cuenta, estaba ya todo, todo, todo perdido.
Porque, diréis, ¿qué canción estaban poniendo en Condena Dial cuando servidora arrancó su coche? ¿Eh? ¿Qué canción?

Hala, un año de terapia intensiva, de desintoxicación profunda, a la mierda. Vuelta a empezar. 

Eso, digo yo: ains.


P.S: por si os llegan rumores, esa que está sola en el trabajo cantando con una botella vacía de Coca Cola por micrófono, NO SOY YO. Conste.