Ayer estuve en la manifestación de “Democracia Real YA”. Y quiero decir que me siento satisfecho. No es que haya sido la panacea. No es que fuéramos medio millón. Sin embargo había algo distinto. Se respiraba de otra manera.
Recuerdo las últimas manifestaciones de pensiones, de recortes, de huelga general, de sanidad, de educación, del 1º de mayo. Y siempre había un denominador común. Poca gente y de edad media muy elevada. Ayer la diferencia estaba, más que en la cantidad de personas --se habla de 25.000 personas--, en la juventud que había, en la algarabía, en la alegría a la par que indignación de la gente que allí estaba.
Era gente desencantada, jóvenes con un porvenir, más que incierto, funesto, y hartos de corrupción y de privilegios de muchos políticos. Jóvenes que han despertado, y finalmente se han indignados.
Entiendo que la semilla se ha prendido. Ahora tiene que extenderse. Estoy seguro de que esta manifestación, que se celebró en sesenta ciudades españolas y que no fue anunciada por ningún medio de comunicación –sólo la Red y unos organizadores capaces llevaron a cabo este evento— es el principio de algo nuevo. Porque la fuerza y el futuro estaban allí.
Y no nos quejemos de que hubiera muchos jóvenes antisistema, quienes están en el poder deberían hacer crítica –ya verán como no la harán— y preguntarse por qué. Y es que esta democracia no es la que quieren. Una democracia que les ha llevado al paro, que les condena a la precariedad eterna, que no les deja espacio para tener voz.
Lo ocurrido ayer es el principio de una legítima defensa. O se cambian las reglas, se hacen más justas –un hombre, un voto—, se crean cauces de participación –no sólo el voto cada cuatro años— y hay una regeneración ética o esto estallará. Porque no es posible seguir así. Y lo mínimo es indignarse.
Este movimiento es una semilla que ayer se ha plantado en sesenta ciudades, y que ha de crecer. Sólo un pero, la petición de “no votar” que muchos de ellos jaleaban. Votar es algo que debemos hacer, porque aunque tengamos una democracia injusta e imperfecta hay que recordar cuál es la alternativa a esta democracia y lo que nos costó llegar a tener el derecho al voto. Y hay que cambiarla desde dentro, votando opciones diferentes.
Porque además, no es verdad que todos los políticos son iguales. Hay que buscar aquellos que han estado en contra de todas estas últimas medidas que nos han llevada a una situación lamentable, y que han dado alternativas distintas a la crisis. Porque he de recordar que no votar –siendo una opción democrática—, es dejar el camino libre a los partidos más fuertes, a los que nos han llevado a esta crisis o a los que han demostrado que la ética está reñida con el poder. A los que han malvendido empresas y servicios públicos. Y eso no deberíamos consentirlo.
Hoy todavía hay un campamento de unas decenas de personas en plena Puerta del Sol que pretende permanecer hasta el día 22, como complemento de la manifestación y como confirmación de esa indignación a la que se está reaccionando.