Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de “la” iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta.
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