1. tr. Volver a fundar algo.
2. tr. Revisar la marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios originales o para adaptar estos a los nuevos tiempos.
Hace un par de años algunas voces, claramente sospechosas, como las de Sarkozy reclamaban un refundación del capitalismo y algunos inocentes pensamos que quizás comenzaba una etapa que aportaría cierto sentido ético al sistema.
Nada más lejos de la realidad, el capitalismo se está realmente refundando pero en dirección a sus orígenes.
Que ingenuo pensar que otro escenario era posible, a poco que analicemos lo sucedido en esta crisis (la tercera guerra mundial, sin guerra) observamos que nos encontramos frente a una situación perfectamente diseñada desde el capitalismo financiero global (ente difuso pero real), para deconstruir un proceso labrado duramente durante decenios, especialmente a partir de la segunda guerra mundial y que se estructuraba sobre un modelo de democracia social, aupado por los movimientos de izquierda, pero compartido por todos. Modelo de corte renano, centro europeo, pero capaz de contagiar a grandes potencias, más allá del atlántico.
Destaco lo de perfectamente diseñado, porque quien no veía que era insostenible la situación generada por la era neocon. Las complicidades han sido muchas y de gran calado. Desde los propios bancos o las empresas de calificación de riesgos (“agencias de rating”) que han ocultado sistemática y deliberadamente la realidad del riesgo que se estaba asumiendo para no poner fronteras a un negocio tan rentable.
Lo que ha quedado claramente demostrado cuando han estallado las quiebras y cuando se ha podido saber que donde las agencias ponían la mejor calificación no había sino simple basura financiera y ahora marca los deberes que deben cumplir todos los países con gobiernos de derechas o izquierdas para alinearse en el desproposito sistémico imperante.
Para ellos no cuenta que las bajadas de impuestos a las rentas altas de Bush, las Guerras de Irak y Afganistán y el desplome de los ingresos fiscales por la crisis son los que han generado el problema.
Mientras tato, los representantes de la llamada democracia social, y la socialdemocracia rehenes y cómplices de estos objetivos han prevaricado por nada, para salvar el barco que ellos han coadyuvado a construir. (Ver prisioneros del equilibrio neoliberal).
¿Que alternativas tenemos? La protesta “indignada” de los que están con el agua al cuello, que han quedado o están a punto de quedar fuera del barco, se orienta fundamentalmente a “virgencita que me quede como estaba”. Con lo bien que se vivía en el capitalismo de faz humana, frente a esto no existen alternativas.
La utopía quedará para dentro de 100 años, todos utópicos y calvos.
Albert Pérez Novell