· “¡Cuidado con el Magistral que sabe mucha teología parda…!”
- ¡Hora y media de confesión!- Le estará contando todos los pecados de sus abuelos desde Adán.
La Regenta: “¡Oh no, no!, ¡yo no puedo ser buena!, yo no sé ser buena; no puedo perdonar las flaquezas del prójimo, o si las perdono, no puedo tolerarlas. Ese hombre y este pueblo me llenan la vida de prosa miserable; diga lo que quiera don Fermín, para volar hacen falta alas, aire…”
Doña Paula, madre de don Fermín: “Tú predicas, tú alucinas al mundo con tus buenas palabras y tus buenas formas. Yo dirijo el juego.”
Don Víctor Quintanar: “Ana me engaña Tomás, no hay un solo consuelo. Lo he visto con estos ojos. Álvaro Mesía entra por las noches en su alcoba. ¿Lo sabías tú acaso?... ¿Qué voy a hacer Tomás? ¡Qué voy a hacer ahora! Si pudiera parar el tiempo…pero el tiempo no se para. Yo tengo que hacer algo. Cumplir con mi deber. Anunciar al mundo mi venganza. Pero me siento tan débil…tan viejo… Ahora no es Perales el que trabaja ¿eh? No es Calderón el que inventa casos de honra. Es la vida. Es mi drama de capa y espada. ¿Pero cómo podía yo recrearme en aquellas tristezas cuando me eran ajenas? Me duelen tanto cuando son propias… ¿Por dónde empiezo Tomás? ¿La mato a ella o a él?