Cuando corrijo una novela, en ocasiones me doy cuenta de que el autor comete un error básico en la construcción de su historia: o hace que el protagonista tenga tantos problemas y cometa tantos errores que terminamos odiándolo, o le hace el camino fácil y, ante el primer problema, aparece de la nada la solución esperada. En la primera opción tenemos a un torturado al cual le pasan tantas cosas que termina dándonos pena, en lugar de sentirnos identificados con él. En la segunda, tenemos al típico personaje que detestamos -incluso en la realidad- porque su vida es fácil, pues jamás sufre, sino que las soluciones le caen del cielo sin siquiera pedirlas.
Para evitar ambos extremos, hay una simple regla que puede ayudarte en la construcción de tus personajes. Se llama la regla de tres y es lo que pretendo explicarte en esta entrada. ¿Quieres saber cómo el número tres puede ayudarte en tu escritura?
No es difícil entender esta regla, así que le dedicaré unas pocas palabras. Básicamente, consiste en hacer que el protagonista de tu historia falle en la primera ocasión en la que intenta resolver la situación que lo aqueja. En la segunda instancia, lo hace aún peor, es decir, termina en peor condición de la que comenzó, es su momento más crítico, ese donde pareciera no haber vía escapatoria, donde nada de lo que se haga tendría resultado. ¿Captas la idea?
Sin embargo, esto le da unas fuerzas sobrenaturales –y no hablo de ciencia ficción– para salir adelante, pero recuerda que siempre debe haber una evolución, un sacrificio de por medio. Para que un personaje cause impacto, tiene que romperse, destrozarse y reconstruirse –aunque todo depende del género en el que escribas, aquí solo estoy generalizando–.
El asunto es que en la tercera ocasión –y por eso la regla de tres–, nuestro personaje logra resolver el conflicto, sale airoso y victorioso. Si te das cuenta, esta regla coincide con el modelo de tres actos, típico en la dramaturgia.
A modo de resumen, primero el protagonista decide que debe hacer algo para enfrentar una situación y es derrotado cuando lo intenta. Lo retoma y termina en peor condición. Por último, descubre una nueva forma de enfrentar la situación, lo intenta estando seguro de cada paso, pues evolucionó en el proceso, y triunfa.
Y colorín colorado, nuestra historia ha acabado…
¿Conocías la regla de tres? ¿La aplicarás en uno de tus escritos? ¿Qué impresión te causan los personajes a los que se les facilita todo en una historia o aquellos que cometen el mismo error una y otra vez, terminando de forma mediocre?