La reina contra el valido, Margarita de Austria-Estiria (1584-1611)

Por Sandra @sandraferrerv
Felipe III se casó solamente una vez. Su matrimonio con Margarita de Austria-Estiria, fue prolífico en herederos, hasta ocho vástagos en una década, entre ellos el futuro Felipe IV. El suyo fue también un enlace feliz, en el que el rey amó y respetó siempre a su culta y devota esposa. Entre ellos se interpuso sin embargo la todopoderosa figura del valido. El duque de Lerma creyó que iba a dominar la voluntad de la reina de la misma manera que lo había hecho con el monarca. Lo que no esperaba Francisco de Sandoval y Rojas era que Margarita cuestionara su política y se inmiscuyera en los asuntos de gobierno hasta el punto de poner en peligro su posición privilegiada. 

Margarita de Austria-Estiria nació el día de Navidad de 1584 en la ciudad austriaca de Graz, donde residían sus padres, los archiduques Carlos II de Estiria y María Ana de Baviera. Margarita era miembro de la familia imperial de los Habsburgo por lo que se podía esperar que ella o una de sus hermanas terminara convirtiéndose en reina de España. Fue el mismo Felipe II quien antes de morir escogió a la que tendría que ser esposa de su hijo Felipe. El monarca español tenía a cuatro archiduquesas entre las que escoger a su futura nuera. Después de descartar a unas por mala salud y tras la muerte inesperada de la principal candidata, fue la archiduquesa Margarita la escogida. Bella, de buena salud y con una exquisita educación intelectual y profunda formación religiosa, Margarita terminó siendo del agrado de España. Felipe II aprovechó los acuerdos matrimoniales para pactar un doble enlace. Además de casar a su hijo Felipe con Margarita, la infanta Isabel Clara Eugenia contraería matrimonio con el archiduque Alberto.


La gran comitiva imperial que puso rumbo a España no tuvo precedentes. Fue sin duda una muestra de poderío de la casa de Habsburgo que atrajo incluso el interés del papa Clemente VIII quien se ofreció a oficiar él mismo la doble boda por poderes que se terminó celebrando en la ciudad italiana de Ferrara el 13 de noviembre de 1598. Algo que no ha vuelto a suceder en la historia. Cuando tal acontecimiento tuvo lugar, Margarita ya no era solamente archiduquesa ya que pocos días después de iniciar el viaje desde Graz, llegó la triste noticia del fallecimiento de Felipe II. Desde el mismo momento de la desaparición del rey Prudente y la subida al trono de su hijo Felipe III, un caballero se situó a la sombra del monarca dispuesto a mover todos los hilos tanto de su vida privada como de su gobierno. Así, cuando Margarita pisaba tierra española y se encontraba con su marido, el duque de Lerma controlaba a su antojo la voluntad real. Quiso hacer lo mismo con la reina y su entorno despojándola de los miembros alemanes de su séquito y asignándole a personas afines a él, entre los que se encontraban caballeros y damas de su propia familia, incluida su propia esposa, Catalina de la Cerda, a la que nombró camarera mayor de la reina. Margarita solamente consiguió mantener a su lado a Ricardo Haller, confesor jesuita al que el duque de Lerma intentó sin éxito sustituir por un religioso español.


Con lo que no contó Francisco de Sandoval y Rojas fue con la afinidad y mutuo afecto que desde el primer momento creció entre los nuevos esposos. La reina quien no se iba a dedicar únicamente a traer hijos al mundo y a deambular con las damas de la corte por los pasillos del alcázar. El valido no se tomó nada bien que Margarita se inmiscuyera en asuntos de estado cuestionando sus acciones y que, para colmo de males, su marido tuviera en cuenta sus opiniones.  El valido intentó aislar a la reina alejando por todos los medios al rey de palacio con largas jornadas cinegéticas o viajes a las propiedades privadas del duque; intervino su correspondencia privada y organizó un entramado de escuchas para saber en todo momento los movimientos de Margarita y mantenerla controlada.  La tensa relación entre la reina y el valido llegó a su punto álgido en 1606 cuando Margarita advirtió al rey de posibles irregularidades y actividades fraudulentas en el entorno del duque de Lerma. Acorralado por la evidencia del engaño que supuso el enriquecimiento desenfrenado tanto de él como de sus consejeros, decidió poner tierra de por medio y abandonar a sus consejeros quienes fueron acusados de malversación de fondos. Margarita asestó un duro golpe al valido pero se ganó muchas enemistades entre aquellos a los que había desenmascarado.

Margarita de Austria-Estiria, además de ser una mujer inteligente y culta se caracterizó por ser una reina profundamente devota que fundó varias instituciones monásticas en España y experimentó arrebatos místicos. El último de ellos fue una visión que la advirtió de su pronta muerte. No se equivocó. Tras dar a luz a un niño que no sobreviviría demasiado tiempo, la reina amada y respetada por Felipe III fallecía el 3 de octubre de 1611 con tan sólo 26 años. Su funeral de estado fue el más solemne de todos los que se dedicaron a las reinas de España. Tal había sido el aprecio del pueblo hacia ella. Sin embargo, la sombra del asesinato a manos de sus enemigos en la corte sobrevoló por encima de su sepulcro aunque nunca se pudo probar que Margarita hubiera sido envenenada.  La reina que se enfrentó al valido Francisco de Sandoval y Rojas no vio su caída definitiva. Siete años después de su muerte, Felipe III ordenaba al duque de Lerma que abandonara definitivamente la corte.