La reina de Cartago, Dido (Siglo IX a.C.)

Por Sandra @sandraferrerv
Los orígenes de los grandes imperios de la antigüedad están plagados de historias fantásticas y legendarias que suplen la falta de datos o son fruto de la imaginación de grandes literatos de su tiempo. Ese fue el caso del origen de Cartago, uno de los pueblos que puso en jaque a la imponente Roma en sus famosas guerras púnicas. La historia de Cartago arranca con la existencia de una mujer extraordinaria, Elisa de Tiro. Aunque su veracidad histórica está comprobada, en el relato de  su vida la realidad se mezcla con la leyenda. La exiliada de Tiro Elisa de Tiro era hijo de Muto I. Tenía dos hermanos, Pigmalión y Ana. Cuando murió su padre, Elisa vio como su ambicioso hermano se hacía con todo el poder de la ciudad fenicia y la obligaba a casarse con Siqueo, sacerdote del tempo de Melkart y poseedor de una gran fortuna. Pigmalión, no contento con ostentar el poder, quería también las riquezas de su cuñado por lo que pidió a su hermana que le rebelara el paradero oculto de las mismas. Elisa no quiso ayudar a su hermano al que indicó un escondite erróneo de la fortuna de su esposo al que, a pesar de haber sido entregada contra su voluntad, terminó amando y respetando. La historia terminó en tragedia cuando Pigmalión asesinó a Siqueo y fue en busca del tesoro que no encontraría nunca. Elisa huyó de Tiro con su hermana pequeña y un séquito de hombres y mujeres que le eran fieles. Elisa no recabó en ninguna de las colonias fenicias del Mediterráneo sino que decidió marchar a tierras desconocidas. Su destino final fue un punto de las costas del norte de África poblado por los gétulos, una tribu libia. Elisa se presentó ante su rey Jarbas y pidió que le cediera un trozo de tierra para fundar una ciudad. Según la leyenda, el monarca de dio una piel de buey; esa sería el área que abarcaría su ciudad. Elisa no se amedrentó ante tal provocación. Cogió la piel, la cortó en tiras lo más finas que pudo y dibujó un extenso perímetro en el que erigió una fortaleza a la que puso como nombre Birsa. Ese sería el origen legendario de la colonia fenicia de Cartago. Elisa se hizo coronar reina de su nuevo reino; sus nuevos súbditos la bautizaron con el nombre de Dido. El dramático final de la reina El fin de la vida de Dido fue también legendario. Muchas versiones explican que Dido terminó su vida suicidándose; pero la razón por la cual terminó con su vida varía según las fuentes. Una versión clásica narraba el suicidio de Dido como una manera de evitar un matrimonio obligado con el rey Jarbas. Fiel a su desaparecido esposo, Dido no habría aceptado nunca casarse de nuevo. Pero la versión más conocida de la muerte de Dido nos llega de las letras de Virgilio quien en la Eneida explica la llegada a Cartago de Eneas, héroe huido de la guerra de Troya. La reina de Cartago hospedó a Eneas y su gente en su reino. A pesar de su amor por Siqueo, Dido terminó sucumbiendo a Eneas. La marcha de este hacia Italia, la dejó profundamente desconsolada, dolor que solamente podría ser apaciguado con la muerte. Historia, realidad, mito o leyenda, Dido de Cartago y su vida extraordinaria se ha mantenido viva a lo largo de los siglos.  Si quieres leer sobre ella 
Dido, Reina de CartagoIsabel Barceló Novela histórica
Eneida, Virgilio