La reina de la moda, Coco Chanel (1883-1971)

Por Sandra @sandraferrerv
La vida de Gabrielle Bonheur Chanel es la vida de un ascenso desde lo más bajo a lo más alto. De una infancia triste, solitaria y falta de cariño, aquella mujer trabajadora y tenaz llegaría a convertirse en un mito viviente. Hizo de la moda una forma de liberar a la mujer y sus creaciones marcaron las páginas de la historia del diseño. Sin embargo, aquella que se hizo llamar Coco Chanel tuvo una vida entregada al trabajo, en el que se refugió para huir de una constante soledad que la acompañó a lo largo de su vida. 

Una infancia olvidada Cuando Coco Chanel era interrogada por periodistas y curiosos acerca de sus orígenes, a menudo inventaba historias. Historias muy alejadas de una verdadera infancia que siempre quiso olvidar y que siempre le dolió recordar.  Gabrielle Bonheur Chanel nació en la localidad francesa de Saumur el 19 de agosto de 1883. Su padre, Albert Chanel, era un vendedor ambulante que mantenía una relación con su madre, Jeanne Devolle, con la que no estaba casada. Gabrielle, la segunda hija de la pareja, nació en un hospicio mientras su padre se ausentaba por enésima vez del lado de Jeanne. La relación de aquella campesina deslumbrada por Albert consistiría en relaciones esporádicas, largas ausencias de él, y constantes alumbramientos de ella mientras soportaba, además, las constantes infidelidades del que se convertiría en su marido un año después de nacer la pequeña Gabrielle. El matrimonio Chanel acabarían teniendo cinco hijos, Julie, Gabrielle, Alphonse, Antoinette y Lucien. El nombre de la niña fue puesto de manera improvisada. Un bebé de bajo peso y con pocas posibilidades de sobrevivir no fue tenido en cuenta. Al final, su madre decidió darle el nombre y el apellido de la monja que en el hospicio se encargo de la pequeña, Gabrielle Bonheur. El inicio de la vida de Gabrielle marcó una infancia errante, triste y solitaria que culminó con la terrible pérdida de su madre en 1889 a causa de una tuberculosis.  Su padre, que entonces se encontraba de viaje, no se planteó el hacerse cargo de sus cinco hijos a los que envió a vivir con sus abuelos en Vichy. Estos tampoco se responsabilizarían de sus nietos. Con muchos hijos de los que hacerse cargo, las tres hermanas ingresaron en el orfanato de Aubazine y los chicos se instalaron en una granja en la que trabajarían a cambio de cobijo.  Gabrielle pasó unos años terribles en aquel orfanato rígido y estricto hasta que cumplió los 18 años. El cambio sin embargo no fue a mejor pues fue trasladada a un internado en el que tuvo que sufrir dos años más de reclusión en los que solamente le enseñaron a ser una buena ama de casa.  El primer escalón: la mercería de Grampayre Al fin Gabrielle pudo abandonar aquel internado y se trasladó a vivir a Moulins, a la casa de una familia propietaria de la mercería conocida como Casa Grampayre en la que empezó a trabajar haciendo arreglos de confección. Con el tiempo, la joven pudo independizarse y se mudó a una habitación de alquiler en la misma ciudad de Moulins, acompañada de su tía Adrienne, dos años mayor que ella.  Gabrielle y Adrienne disfrutaron entonces de una vida más o menos feliz, diseñando sus propios vestidos y sus originales sombreros y atrayendo a la antigua clientela de la mercería Grampayre.  El segundo escalón: de cantante a mantenida Como Coco acostumbraba a inventar historias sobre su vida, se barajaron muchas hipótesis acerca de su cambio de nombre de Gabrielle a Coco. Pero parece ser que fue un repertorio de canciones que Gabrielle cantaba de manera desenfadada en un café de Moulins ante la guarnición militar del Décimo de Caballería Ligera que albergaba la ciudad, las que le dieron el mítico nombre: Una de las canciones que más ovaciones levantaba era una célebre canción de cabaret titulada “Qui qu’a vu à Coco?” y otra que Gabrielle representaba con especial gracia, “Ko ko ri ko”. Como en ambas aparecía en el estribillo la palabra Coco, el público y sus amigos de la guarnición acabaron llamándola “la petite Coco”1.
Además de coser con su tía y divertirse cantando en los bares de moda, Gabrielle conoció entonces al que sería el primer amor de su vida. Era Étienne Balsan, un militar de 24 años de origen burgués. A pesar de que Étienne ya tenía una amante oficial, Coco no dudó en iniciar una relación con alguien que le podría introducir en la alta sociedad aunque fuera a costa de ser una de sus mantenidas. Gabriell consiguió su objetivo y Étienne financió su primer proyecto empresarial, una tienda de sombreros en París.


El tercer escalón: el éxito de sus sombreros

Sombrero diseñado por
Chanel. 1912

En una de las veladas que organizaba Étienne, Coco conoció a Arthur Capel, conocido por sus amigos como Boy. Boy era un hombre de negocios propietario de minas de carbón en Newcastle quien no sólo se sintió atraído por Coco desde el primer momento sino que creyó en su tienda de sombreros y la acogió en su apartamento de París.
Cuando en 1910 Coco empezó a vender sombreros en el apartamento cedido por su antiguo amante el éxito no se hizo esperar. El secreto de aquellos sombreros era una base de paja que Coco decoraba con gran estilo. Fue tal el éxito que aquel apartamento pronto se quedó pequeño y con la ayuda económica de Boy abrió su primera tienda en el número 31 de la rue Cambon. Se abría “Modas Chanel” su primera y más emblemática tienda.

En poco tiempo Coco obtuvo beneficios que le permitieron devolver el dinero invertido a su amante y empezar a vivir una vida totalmente independiente.

Tras la tienda de París, Coco abrió en 1913 una segunda en la ciudad francesa de Deauville, frecuentada por la alta sociedad y empezó a diseñar ropa además de sombreros. Coco Chanel inventó el estilo sport alejado de los encorsetamientos de la época.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Coco mantuvo abiertos sus locales, una decisión que tomaron pocos empresarios, por lo que, paradójicamente, la guerra le benefició al absorber la mayor parte de las ventas.


El cuarto escalón: la alta costura

Primera tienda de Chanel.
En el 31 de la Rue Cambon, París

En 1915, con dinero y éxito, Coco decidió abrir en Biarritz otra tienda. Esta vez fue una boutique que se convertiría en la primera Casa de Alta Costura de la firma. Coco se había convertido en una auténtica diseñadora.
La vida de éxito profesional no fue acompañada de una vida personal feliz. Su relación con Arthur Capel terminó cuando este decidió casarse con otra mujer. A pesar de su ruptura siguieron manteniendo una relación amorosa que terminó definitivamente con la trágica muerte de Arthur en un accidente de coche. La desaparición poco después de su hermana Antoinette la sumiría en una profunda tristeza.

El conocer a Misia Sert, la esposa de un pintor catalán de renombre, Josep Maria Sert, daría un respiro a la vida de Coco. No sólo se convertirían en amigas inseparables sino que Misia la introdujo en los círculos artísticos más de moda en la época. Gracias a Misia, Coco pudo conocer a grandes nombres de la cultura. De algunos de ellos sería su amante.

El primero de ellos fue Sergei Diaguilev, un empresario al que ayudó a financiar el ballet La consagración de la primavera y a raíz del cual conoció a Igor Stravinsky, comopitor de la música del ballet. A pesar de estar casado, Igor y Coco iniciaron un idilio que no duraría demasiado.


Otro hombre de origen ruso entró en el corazón de Coco en el año 1922, el duque Dimitri Pavlovitch, primo del zar Nicolás II, una relación que duraría apenas un año.


El quinto escalón: la esencia de Coco y la aparición del duque

Coco Chanel y
el duque de Westminster

En 1923 Coco Chanel cumplía 40 años. Para celebrarlo, la gran diseñadora inició la comercialización de su emblemático perfume, el Chanel Nº5, sin duda su número de la suerte.
Aquel mismo año Coco conocería al que se convertiría en su nuevo amante, el duque de Westminster. Durante 10 años mantuvieron una idílica relación llena de lujos y vida disipada. Pero el deseo del duque de tener un heredero varón, algo que no le habían dado sus esposas, Coco tampoco lo pudo hacer realidad. Tenía entonces 42 años y remotas posibilidades de ser madre.

El fin de aquel romance volvió a sumir a la diseñadora en la tristeza y la soledad que palió, una vez más, con largas jornadas de trabajo.


El sexto escalón: rumbo a Hollywood

En 1931 Coco se embarcó en la aventura americana de la mano del dueño de la productora cinematográfica Metro Goldwyn Mayer. Su primera colaboración en una película de Hollywood sería en Esta noche o nunca, en la que vistió a Gloria Swanson. A pesar de que vistió a muchas otras grandes actrices, su estilo sobrio no llegó a encajar con la imagen espectacular que se esperaba de las estrellas de Hollywood. 

De vuelta a París, Coco conoció a Pablo Iribarnegaray, conocido como Paul Iribe, un artista vasco casado con el que mantendría una relación. De nuevo su idilio terminaría de manera dramática y prematura. Un infarto en medio de un partido de tenis terminaría con la nueva ilusión de Coco. 


El séptimo escalón: la consagración de la reina de la moda

La Segunda Guerra Mundial trajo tiempos difíciles para la firma Chanel y para ella misma. Su idilio con un oficial alemán la pondrían en un compromiso al terminar la guerra y ser acusada de colaboracionista. Por suerte para ella, fue absuelta, probablemente gracias a la ayuda silenciosa del duque de Westminster. 

Coco Chanel pasó unos años viajando y dejando de lado su faceta creativa. En 1954, cuando decidió volver a París y a su tienda de la rue Cambon, tuvo que sufrir un descalabro con su nueva colección. Pero Coco no se dejó vencer por las frías y duras críticas y siguió trabajando para ganarse de nuevo el respeto del mundo de la moda. Volvió a hacerse con una clientela de lujo como reinas, aristócratas y actrices. 


Una vida, mil diseños

La vida de Coco Chanel fue la vida de una mujer tenaz, provocadora, transgresora pero por encima de todo la de una mujer trabajadora. Sus creaciones estuvieron inspiradas por su propia experiencia, desde las sobrias indumentarias que observó en el orfanato de su infancia hasta el lujo de sus amantes ingleses y rusos.

Desde la escalera de espejos de su apartamento, Coco observaba las colecciones que la catapultaron a la gloria en el mundo de la moda. Había subido todos los peldaños del éxito y, desde arriba, aquella figura espigada con su impertérrito cigarrillo en la boca y las manos llenas de alfileres y agujas, observaba sus creaciones. 


Coco Chanel trabajó incansable hasta el último día de su vida, el 10 de enero de 1971. Tenía 87 años. 


Después de un multitudinario funeral en la Madeleine de Paris, la reina de la moda fue enterrada en Lausana, como ella había pedido. 

 Si quieres leer sobre ella

El aire de Chanel, Paul Morand
El siglo de Chanel, Edmonde Charles-Roux
Descubriendo a Coco, Edmonde Charles-Roux
Memorias de Coco, Louise de Vilmorin




Divas rebeldes, Cristina Morató


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1. Divas Rebeldes, Cristina Morató. Pág. 102