Revista Cine

La reina libre: Tarzán y su compañera. Los nuevos dioses contra la censura (Entrega II)

Publicado el 04 enero 2013 por Esbilla

Publicada íntegra en Ultramundo: 

http://cineultramundo.blogspot.com.es/2012/12/critica-de-tarzan-y-su-companera-johnny.html

Entrega I: Tarzán de los monos

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1. New Gods

En 1934 hubo una quiebra en el paraíso. Tarzán y Jane, dioses salvajes de un edén hollywoodiense, eran atacados desde dentro y desde fuera de la ficción por una serie de fuerzas corruptoras que pretendía corregir lo que allí estaba mal, transformándoos en nuevos dioses domésticos.

La trama de “Tarzán y su compañera” tiene un reflejo sincrónico en los sucesos que llevaron a la instauración definitiva del Código Hays de censura y en ambos Jane está en el epicentro: Tarzán y Jane son unos Adán y Eva selváticos, hermosos y radiantes que viven en su paraíso ajenos a todo, construyendo su propia moral, ritos y costumbre; su propia mitología pagana (o pulp).

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En ese paraíso a la medida de dos se infiltra otra moral, distinta, castradora y mezquina. Envidiosa de la estasis romántica de la pareja y valiéndose de Jane intentará destruir el paraíso por el método de devolverlos a una realidad que han rechazado para adquirir una categoría superior, divina. En la película esta fuerza contraría se encarna en el personaje de Martin Arlington (interpretado por Paul Cavanagh) un comerciante de marfil sin escrúpulos, (más) racista y manipulador que acompaña a Harry Holt (de nuevo Neil Hamilton) al cementerio de elefantes que descubríamos al final de la primera entrega del ciclo –con lo cual Tarzán toma rápidamente la forma de una saga, en al cual los capítulos se continúan los unos a los otros y los personajes evolucionan-. Evidentemente, aunque con un esfuerzo descomunal que prolonga la emoción hasta el último minuto, las fuerzas del bien triunfan.

Pero la realidad siempre es mucho más siniestra. Lo que Jane y Tarzán vencían en pantalla era un enemigo muy menor en comparación con el que les esperaba fuera: La Liga Católica de la Decencia. (seguir)

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2. Post-Code

(…)

La idea que preside todo el conjunto es la de la cotidianeidad erótica y la del desafío a unas normas morales inservibles en las circunstancias de la pareja y por tanto sustituidas por unas propias; después de todo ya he dicho que son nuevos dioses, tienen derecho a crear un universo a su imagen. En consecuencia la impugnación de la América puritana se refería a la totalidad de una película que no olvidemos se titula Tarzán y su compañera, no Tarzán y su esposa. Aquello también devolvía al mito a su asexual origen literario en una operación neovictoriana que desarticulaba la gran aportación hollywoodiense al mito: el erotismo.

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La película tuvo dificultades de exhibición y distribución, aunque lo peor llegó a posteriori, ya que el Código funcionaba retroactivamente y cada vez que una película era reestrenada pasaba por él, demandándose cortes que se realizaban directamente sobre el negativo –algo que sucedió también con la aquí comentada King Kong- mutilándola en no pocas ocasiones a perpetuidad.

Cubiertos de cartas de protesta y con el código Hays puesto a funcionar un año después la MGM replanteó la serie Tarzán, pasando de ser un producto de gran inversión a otro de clase b y, lo más importante, de uno juvenil y moderno a otro familiar. Una evolución que fue apuntada en la primera entrega de este dossier y que se desarrollará en las siguientes. Todo lo cual, y dejando al lado las posibilidades frustradas, recondujo el producto hacia una línea que, en cierto modo, ya estaba apuntada desde el principio: la domesticación del hombre, es decir de Tarzán como destilado de virilidad primaria y esencial. Hasta 1934 Tarzán será dionisiaco, a partir del 36 será apolíneo, o en otras palabras pasará de ser un anarquista a un burgués, acomodándose, “paternalizándose”. Todo ello por su contacto con Jane y los nuevos mundos que la acompañan: la sexualidad, la civilización, las responsabilidades, la madurez… (seguir)

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3. Yo Jane, tú Tarzán

Dejando a un lado la gran riqueza extracinematografíca y las posibilidades (re)interpretativas sobre el mito lo cierto es que “Tarzán y su compañera” es la mejor entrega del ciclo MGM, una pieza maestra del cine de aventuras de los 30 gracias a su vertiginoso ritmo interno, a su sentido del peligro –verdaderamente y como nunca en esta y posteriores sagas la derrota acecha tan de cerca a los protagonistas, incluso parcialmente pierden- y su erotismo descarado. Es además la película de Jane, con Tarzán escudándola, colocado a la par en cuanto a categoría heroica. Gracias a la vivaz interpretación de Maureen O’Sullivan, Jane aparece fresca y sexy, sofisticada y juguetona, valiente e ingenua. No es el ama de casa selvática de futuros capítulos, sino una Tarzana de pleno derecho que puede jugar a ser la chica consentida y coqueta embelesada por la moda pero que siempre esconde detrás de la frivolidad a una mujer en control de su propia sexualidad -de su decisiones en definitiva- y a una auténtica heroína capaz de hacer frente hasta a un par leones sirviéndose del ingenio y el instinto. Una reina para un rey. (…) seguir

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(…) Como será norma en multitud de entradas tarzanescas, tanto fuera como dentro del ciclo MGM, este hombre blanco corrompido representa la mezquindad, avaricia y vileza de la civilización. Sin duda un aspecto este que conectaría con el universo de héroes rotundos y salvajes de otro escritor pulp como Robert E. Howard y su visión romántica (o fascioromántica) del salvaje pragmático, sin miedo y orgulloso enfrentado a la corrupción el mundo moderno. ¿Sería entonces Conan una variación oscura y fantástica de Tarzán? Puede que no tanto, aunque en manos de John Milius y su anarquismo de derechas está ligazón aparece como posible al imbricarse con el discurso personal del cineasta que incluso propone en al reivindicable -por enloquecida, por suicida- “Adiós al rey” (Farewell to the King, 1989) su propia versión del mito Tarzán mezclada con una reinterpretación de “Apocalipsis Now” (Apocalypse Now, Francis Ford Coppola, 1979), de la cual no en vano Milius fue guionista, que retoma el motivo de La Rama Dorada de Frazen entorno a la creación de los mitos y dioses.

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4. Arts and crafts

La película replica la estructura de su predecesora, “Tarzán de los monos”, pero acelerando el ritmo, economizando las presentaciones y encadenando una secuencia cumbre detrás de otra en un non stop aventurero. Así aunque la desestructuración se mantiene el ritmo crece, parcheando lo episódico de una trama que parece dejar fuera todo lo que no sea necesario para el entretenimiento; el film fue recortado de unos 116 minutos que duraba en su premier a unos mucho más ajustados 100 (aunque esto también depende de las versiones) que sin duda se llevaron alguna escena de transición por delante.

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Se nota una mayor confianza con respecto al material entre manos, convertido ya en hollywoodiense, personalizado y establecido en paralelo a las novelas e Burroughs. Esto repercute en momentos de acción más numerosos y potentes –algunos como la lucha subacuática con el cocodrilo o el ataque del rinoceronte serían reciclados en posteriores entregas, otra prueba más de la decadencia industrial de la fórmula-, mejor fotografiados y hasta rodados; por ejemplo el empleo de los fondos a escala, pintados y fotografiados en profundidad logra planos y momentos tan espectaculares como los que suceden en el majestuoso cementerio de elefantes, durante el cual se incluye la icónica aparición de Tarzán cabalgando un elefante a la cabeza de un descomunal ejercito de los mismos. Una estampa impresionante que parece anteceder las composiciones llenas de poderío físico del gran Burne Hogarth, genial ilustrador de la aventuras del personaje en tiras de prensa a partir del año 37, recogiendo entonces un medio distinto, el cómic, un tipo de aventura tarzanesca que el cine ya no ofrecía.

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Hay en definitiva un riqueza material, una voluntad de mantener al personaje en la primera división. “Tarzán y su compañera es más intensa que su predecesora, multiplica los elementos, resulta más espectacular y emocionante. Todo está hecho a una escala aun mayor. No solo a consecuencia del éxito de “Tarzán de los monos”, sino también por la inmediata rivalidad surgida primero con el exploit de la Paramount “King of the jungle” (H. Bruce Humberstone y Max Marcin, 1933) que presentaba a Kaspa, el hombre león y de inmediato con el serial Tarzán de las fieras (Tarzan the Fearless, Robert F. Hill, 1933) –también comercializado en un condensado de 71 minutos-  producido por Sol Lesser, quien se quedaría con los derechos sobre el personaje en 1943, una vez finalizado el ciclo MGM tras haberlos comprado en el 33 y perdido solo un año después por desavenencias con Burroughs, lo cual facilito a Irving Thalberg su recuperación y relanzamiento dentro de la Metro. (leer completa)

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