La reinvención en cuatro pasos

Publicado el 27 mayo 2013 por Davidsoler @dsoler

El artículo de Risto Mejide sobre la necesidad de reinventarse ha generado un montón de comentarios negativos, y algunos positivos también, en la red y básicamente por dos razones: por quien lo escribe y desde donde lo escribe y porque, como casi siempre, este es un “latiguillo” muy usado y repetido pero casi nunca se explica como hacerlo. Les doy parte de razón. Creo que nos quedamos en la superficialidad y no concretamos. Así que voy a tratar de explicar qué pasos podemos seguir para reinventarnos, al menos, desde mi propia experiencia.

Pero empecemos por el principio: el análisis de la situación. Hoy, en España, hay algo más de seis millones de parados y los que se incorporan al mercado laboral ya saben las condiciones que se ofrecen, así que cualquier persona que trate de encontrar una forma de generar ingresos tiene cuatro opciones:

  1. Enviar CV’s y esperar que en alguna entrevista la cosa salga bien y te contraten. Eso sí, con la sobre oferta que tenemos hay que estar preparado para recibir un salario más bajo del que teníamos y/o trabajar de algo para lo que tal vez estemos sobreformados. Y, por supuesto, al haber más competencia es más complicado conseguir empleo.
  2. Irse al extranjero, a un país donde la tasa de paro no sea la de aquí y haya más oportunidades para seguir desarrollando nuestra carrera profesional en lo que nos gusta.
  3. Reinventarse. O sea, buscarte la vida en otra cosa. Autoemplearte en otra cosa distinta a la que hacías. Crearte tu propio trabajo.
  4. Vender como autónomo lo que hasta ahora hacías por cuenta ajena. Ésta, en realidad, es una forma “light” de reinventarte.

Me voy a centrar en explicar mi experiencia con los puntos 3 y 4 que son a los que me refería en mi post sobre la necesidad de cambiar como hacemos las cosas.

1. Busca en tu background

Lo primero es navegar en lo que sabemos hacer. Lógicamente una persona con poca o nula experiencia profesional solo podrá echar mano de los conocimientos adquiridos pero los seniors solo tenemos que pensar en lo que hemos hecho a lo largo de nuestra carrera.

Así que siéntate, coge una hoja en blanco y escribe palabras o frases en estas cuatro columnas:

  1. Lo que te gusta de verdad. Lo que te apasiona. Seguro que alguna vez hiciste algo en lo que te sentías realmente bien. Pero tampoco es necesario que lo hayas hecho, pon lo que te hubiera gustado ser.
  2. Tus puntos fuertes. Aquellas cosas que haces bien o que son positivas ya sean sobre tu actitud o sobre tu aptitud.
  3. Tus puntos débiles. Todos tenemos cosas en las que flaqueamos, que deberíamos mejorar o que simplemente no sabemos hacer. Son cosas que tu crees que te restan puntos tanto en tu trabajo, como en tu progresión profesional o que pueden impactar en tu reinvención.
  4. Tu valor diferencial. Allá donde crees que añadirás mucho valor. Es más que un punto fuerte, es algo que realmente te hace diferente.

Una vez tengas las cuatro columnas, y si te pones a observar con calma, verás que podrás alinear algunas frases y palabras. No es necesario que queden una a una. Es posible que un punto fuerte se corresponda con dos cosas que te gustan de verdad o al revés. Lo importante es que encuentres puntos de conexión entre todo. Y una vez hecho podrás ordenarlo de mayor a menor. Donde más elementos convergen, más arriba.

Lógicamente todo es más fácil cuando partes de cosas que están en tu background, pero tampoco es obligatorio que sea así. Es mejor o más cómodo pero no tiene que ser definitivo. Eso sí, trata de ser lo más objetivo y crítico posible.

En mi caso yo junté lo que sabía de marketing con mi “pasión” por Internet en general y el mundo de los medios sociales en particular. Luego le añadí Estrategia y Análisis que eran dos cosas donde yo podía añadir valor. Y finalmente puse mis atributos sobre lo mucho que me gustaba comunicar y explicar al mundo lo que sabía.

2. Analiza el entorno

Hoy en día es muy fácil tener acceso a cualquier cantidad de datos estadísticos sobre sectores y mercados. De manera resumida podrías:

  1. Buscar en los informes que publican algunos ministerios o departamentos de comunidades autónomas y ver tendencias de consumo, grupos y hábitos de consumidores, sectores que crecen o que caen, etc.
  2. Salir a la calle y practicar la observación. Se aprende mucho viendo que pasa por ahí, que hace la gente, que se lleva y que no.
  3. Pregunta a tus amigos y a gente que consideres experta en aquello a lo que quisieras dedicarte. Hazte una lista con sus nombres y llámales. Recopila el máximo de información posible.

Ahora hasta puedes añadir una columna a la lista que hiciste en el punto 1. Podrás poner a que target te vas a dirigir o a que sector vas a ir y cual será tu propuesta de valor (aún no la tienes definida, eh?, eso viene más tarde pero ya sabes más o menos que quieres hacer).

Llegados a este punto hay que empezar a medir los riesgos. No es lo mismo montar una tienda de chucherías que prestar servicios desde tu casa. La inversión es, evidentemente, muy distinta en un caso y en otro. Dicho a lo bestia, tendrías que tener claro que lo que vas a invertir “te sobra”. O dicho de otro modo, que si lo pierdes tampoco será el fin del mundo. Pero es importante saber “de que te vas a morir”.

Ten mucho cuidado con irte a sectores o mercados que desconoces por completo. No es que no debas hacerlo pero está claro que cambiar de sector, y si encima requiere inversiones más o menos potentes, es un riesgo que debes analizar muy bien. La oportunidad de negocio tiene que estar muy clara. Las personas en general cometemos el error de pensar que nosotros lo haremos de maravilla en un sector en el que nunca hemos trabajado simplemente porque nos gusta y porque tenemos habilidades para ello. Y no es así. Meterse en algo que desconoces es probable que dilate el periodo para alcanzar el éxito, simplemente porque no sabes los drivers que controlan el negocio y cometerás errores o encontrarás obstáculos que no esperabas.

Yo decidí que me iba a enfocar a vender mi conocimiento de dos formas: en formación y en desarrollo de estrategia en medios sociales a empresas de tamaño medio (ni pequeñas ni grandes) o start-ups. En realidad tanto la formación como las conferencias eran el vehículo “comercial”. Luego veremos como acaba esto.

3. Arma tu propuesta de valor

Ahora sí, ya sabes que vas a hacer y a quien se lo vas a vender (y como). Ya solo te queda escribir “que vendes” y, sobre todo, como quieres que el mercado la perciba: el posicionamiento. Tu propuesta de valor es lo que vas a entregar a tus clientes: productos a precios bajos, el mejor sitio para pasar una tarde en familia, servicios de asesoría para Pymes, etc., lo que sea que vas a vender. Esto es vital porque todo lo que venga después tiene que pivotar sobre tu posicionamiento y tu propuesta de valor.

Llegado este punto es posible que vayas a necesitar:

  1. Buscarte un socio o socios. No puedo decir mucho sobre esto, así que te aconsejo que mires en el Blog de Javier Megias porque él habla mucho de emprendedores y seguro que algo ha escrito sobre el tema de los socios. Pero resumiendo mucho de lo que se trata es de encontrar personas que van a completar tu propuesta de valor porque hacen aquellas cosas que dijimos al principio que tu no sabías hacer. Tener socios, ya se sabe, es un riesgo … y muy alto. No vale ser amigos, llevarse bien o simplemente que el otro hace algo que yo no sé hacer. Va mucho más allá. Así que piensa con calma con quien te juntas y cómo.
  2. Los proveedores y colaboradores. Si no quieres socios busca colaboradores. Estamos en la era de la Red y la colaboración, donde trabajar a distancia con otros profesionales ya es muy normal. Y proveedores si vas montar un negocio con producto que deberás estocar.
  3. Tu infraestructura: un despacho, tu casa, coworking, un local, comprar stocks, un ordenador, tarjetas… tampoco hay una regla fija. Dependerá de qué vas a hacer y como percibe mejor el cliente tu propuesta de valor.

Todo ello completará tu propuesta de valor.

4. Objetivo y análisis

Ha llegado la hora de fijarse objetivos. Simplificando deberías marcarte:

  1. Objetivo temporal: hasta cuando estoy dispuesto a mantener mi actividad sin conseguir vivir de ella. Ponte un límite.
  2. Objetivos numéricos: cuanto tengo que vender, cuantos clientes conseguiré por mes, etc..
  3. Éxito: es un concepto que no tiene que ver con vender mucho, ni ser famoso. Cualquiera tiene su propia visión sobre el éxito. Pero eso sí, tienes que saber que significa para ti con el fin de poder decidir cuando dirás basta (si llega ese momento, claro).

Todos estos objetivos te ayudarán a establecer las variables (KPI’s) para monitorizar si vas por buen camino pero también, y es lo más importante, te ayudarán a irte adaptando a los cambios. Ya comenté que las circunstancias cambian, los planes no se cumplen exactamente y, por lo tanto, no pasa nada si cambias tus objetivos o consigues lo mismo pero de una forma completamente distinta a como lo habías imaginado. Lo importante es adaptarse.

Mi estrategia de venta se apalancaba sobre mi actividad docente pero desde septiembre el postgrado que dirijo me ha absorbido tanto tiempo que se ha convertido en mi actividad principal (de forma temporal, por supuesto). Pero tampoco es grave porque mi objetivo se sigue cumpliendo: me dedico al marketing por Internet, que es lo que yo quería. Me he adaptado “a lo que había”.

Y ahora vendrá la fase de planear con más calma: escribir el plan de negocios, el de marketing, etc…

Y recuerda, si al final no consigues lo que querías, que te puede pasar y le pasa a muchos, pues tampoco es un drama. Cierra, vete unos días a tomar el sol o a perderte por ahí. Oxigénate. Y cuando vuelvas reflexiona y aprende de los errores cometidos (no solo en el negocio sino también en tu “proceso de reinvención”).

¡Que tengáis una feliz semana!