Isabelle Stoffel hace suyo el texto de Toni Bentley; el hecho de que haya sido ella misma quien lo adapte le permite navegar por él con tanto descaro como naturalidad. Aborda el trabajo desde la valentía. Su interpretación es pícara, juguetona, descarada, impúdica... pero nunca chabacana ni grosera. Mira a los ojos del público con limpieza, sin rubor. Y eso convierte la función en un estimulante viaje por las experiencias sexuales de esta mujer. Le ayuda, una dirección clara e inteligente de Sigfrid Monleón en ese complicado espacio que es el resultado de la unión de cuatro de las salas de Microteatro; y una bella e imaginativa escenografía. Un espectáculo más que recomendable al que sólo le quedan, espero que de momento, dos representaciones la próxima semana.
La mujer que habla al público es una mujer contemporánea, pero hay cierta intemporalidad en el texto que me hizo recordar «Escuela de desobediencia» que pasean estos días María Adánez y Cristina Marcos bajo la dirección de Luis Luque; ésta es una obra basada en textos anónimos y del italiano Pietro Aretino, escritor del siglo XVI. La adaptación de Paco Bezerra, con otro lenguaje, tiene en común con el texto de «La rendición» su desvergüenza, su expresividad, su naturalidad y su luminosidad. Porque «La rendición» es un espectáculo radiante, vitalista, e Isabelle Stoffel una actriz osada y cautivadora.