La rendición oficial del Japón

Por Joaquintoledo

Luego del estallido de la bomba de Hiroshima, la entrada en la guerra de la URSS y la desaparición de Nagasaki, el gobierno japonés se enfrentaba a la peor crisis de su historia. Pese a ello, la única exigencia seguía siendo la misma, mantener la figura del emperador intocable. Pero los más renuentes y fanáticos dentro del gabinete, a pesar de las bombas nucleares, no quería rendirse, pues temían un juicio al estilo Nuremberg; y se llegaron a proponer medidas absolutamente desquiciadas, draconianas, maquiavélicas y ridículas como el uso masivo de vestidos blancos y edificios de cemento armado, los cuales asegurarían salvaguardar a la sufrida población de próximos ataques atómicos. Además ya se estaban preparando desde hacía meses antes y debido a los bombardeos, mega-refugios en las montañas que albergaran a millones de personas y que aún podían ser terminados a tiempo.

Un oficial de Hiroshima mostró a unos informantes del gobierno que sólo la mitad de su rostro había sido quemada por la explosión, por ende, “existían contramedidas”. Tojo, Ministro de Relaciones Exteriores, sugirió inmediatamente aceptar el manifiesto de Postdam, pero algunos círculos además de respetar la figura del emperador, exigieron otros tres puntos, a toda vista ilusos: la no ocupación de Japón por parte de los aliados, los mismos japoneses juzgarían los crímenes de guerra y el gobierno nipón se encargaría de retirar y desarmar a todos y cada uno de sus soldados a lo largo y ancho de Asia.
El primer ministro Suzuki no sabía qué hacer, el marqués Kido se alineó a Togo. El 9 de agosto Kido logró una reunión extraordinaria y el mismo Suzuki le solicitó al emperador que decidiera qué medida adoptar exactamente, un hecho sin precedentes. Finalmente Hirohito se decidió por la postura de Tojo, y allí acabó el debate. El gobierno aprobó dicha decisión por unanimidad. El 14 de agosto se grababa el mensaje que al día siguiente debía ser trasmitido a todo el país. Esa misma noche un grupo de fanáticos entró al recinto imperial con la intención de atraerse parte del gabinete, mataron un par de guardias y al parecer intentaron hacerse con el palacio y destruir la cinta, para persuadir al emperador que no caiga en los consejos del traidor Kido y otros tantos, quienes se habían aprovechado de su posición en el gobierno para perturbar a su Majestad. Sin embargo los fanáticos rebeldes fracasaron y todo volvió a su cauce, el Japón se salvó.

El ministro de la Guerra Anami se suicidó entre muchos otros de las altas esferas quienes sabían del juicio que les esperaba, o por el sólo hecho de no ver a su patria invadida. El 15 de agosto Radio Tokio aclaró que al mediodía el emperador transmitiría un mensaje muy importante. Era un hito en la historia de la nación, Hirohito se referiría personalmente en medio del caos nacional, a todos sus compatriotas. En realidad todos esperaban que el emperador diera alguna salida más beneficiosa para el país antes que anunciar la rendición incondicional. En Radio Tokio, exactamente al mediodía, los técnicos empezaron a hacer girar un disco y el mensaje, secretamente grabado el día anterior en el palacio imperial, empezó a emitirse.

El Japón enteró se quedó en verdadero silencio durante algunos instantes, incluidos la gente de hospitales y otros lugares de urgencia. Hirohito dijo: “Después de haber meditado profundamente sobre las tendencias generales del mundo y sobre las condiciones hoy existentes en nuestro imperio, hemos decidido resolver la presente situación recurriendo a una medida extraordinaria. Hemos ordenado a nuestro Gobierno que comunique a los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, China y Unión Soviética que nuestra imperio acepta las cláusulas de su declaración conjunta”. Obviamente se trataba de un mensaje totalmente tácito en sus anuncios que cuidaba muy bien sus términos, las palabras “derrota, rendición y capitulación” estaban prohibidos, su sagrada Majestad no debía emplearlos, y en realidad Hirohito ni siquiera había redactado tal texto…sutilmente el emperador había evitado hacer creer a los japoneses que se rendía no porque el país estaba al límite, sino más bien porque estratégicamente ya no era viable proseguir el conflicto.
Continúa: “el enemigo ha comenzado a utilizar un nuevo y terrible tipo de bomba cuya capacidad de infligir daños de incalculable, destruyendo así un gran número de vidas inocentes. Si continuásemos combatiendo, la lucha se resolvería no sólo con el derrumbamiento y la destrucción total de la nación, sino también con la completa extinción de la civilización humana”. Es decir con su acto el Japón estaba salvando al mundo, lo que demuestra una vez más la delicadeza del mensaje; por lo demás el emperador sugería “abstenerse rigurosamente de cualquier expresión de emoción incontrolada”, que pudiera dar lugar a “inútiles complicaciones”; no debían ser presa de “contiendas y luchas fratricidas” que pudieran crear “confusión”, o llevarlos “fuera del camino justo” o hacerles perder “la confianza del mundo”.

Concluyó diciendo: “hemos de hacer la paz para todas las generaciones futuras, soportando lo insoportable, sufriendo lo insufrible”. En seguida millones de japoneses derramaron lágrimas, otros se suicidaron, otros se marcharon a orar, entre otras reacciones esperadas y obvias.
El 2 de septiembre de 1945 a bordo del acorazado Missouri, anclado días antes en la bahía de Tokio, tras llevar a los primeros yanquis que ocuparían el país, hizo acto de presencia el almirante Nimitz y poco después el general MacArthur. No tardó mucho en llegar el Ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Mamoru Shigemitsu y algunos otros representantes muy bien uniformados y vestidos a lo occidental, los cuales en menos de media hora firmaron el acta de rendición incondicional, ahorrándole a Hirohito la humillación de entregar a su país. Japón firmaba la rendición incondicional. Al final, extraño por cierto, los yanquis habían aceptado mantener la figura del emperador, ¿por qué hicieron esto después de los bombardeos si los japoneses venían solicitando esto como única condición desde hacía meses? Corresponde a los lectores sacar sus conclusiones, bastante obvias a propósito.

Las primeras leyes que se dieron fueron las de evitar que los soldados americanos abusen de sus pares japoneses, civiles o ex militares; respeto a las costumbres; abastecer con comida de la sufrida población y a colaborar inmediata y estrechamente con el nuevo gobierno para la reconstrucción del país. El emperador seguiría en el trono, ya que a los estadounidenses les interesaba mucho la condición suprema que tenía su Majestad para así evitar conflictos internos, anomia, desórdenes sociales, protestas y demás.

Antes que nada MacArthur y los principales líderes yanquis estuvieron de acuerdo con mantener la figura de Hirohito, pues éste era conveniente para la administración del país, así como para unir al pueblo… no obstante debía existir alguien a quién culpar. Luego del 2 de septiembre, los estadounidenses se encargaron de hacer llegar víveres y alimentos a los civiles japoneses, MacArthur se fotografió con Hirohito y se empezaron a hacer llegar los primeros auxilios verdaderos para los damnificados de las bombas; por otra parte más de 350 mil militares estadounidenses estaban ya en Japón para finales de 1945. El nuevo gobierno también se ocupó del desarme, la des-dogmatización del pueblo, una gran reforma agraria, se democratizó el país con una nueva Constitución basada en principios fundamentales y libertades individuales, tales como derechos humanos básicos, derecho de la mujer al voto, se abolió la nobleza terrateniente; el emperador sólo tendría una figura meramente decorativa como en todas las monarquías; se dio una reforma educativas, entre otros aspectos. De todo el más importante punto y que no podía quedar pendiente era el trato a los criminales de guerra japoneses. Fue así que se dio origen a los llamados Juicios de Tokio.
Este proceso en conjunto no deja de generar comentarios y controversias hasta el día de hoy. Antes que nada toda la familia imperial fue indultada, no sólo Hirohito. Muchos criminales de guerra se salvaron suicidándose, desapareciendo o simplemente no se hallaron pruebas en su contra. Respecto a esto último lo más controversial fue el asunto del desconocido Escuadrón 731, cuyos miembros fueron liberados de sus cargos por orden expresa de MacArthur…¿qué era exactamente este escuadrón? Resulta que a lo largo de la guerra se había dedicado a experimentos biológicos con seres humanos, por lo general prisioneros de origen chino, coreano, estadounidense, mongol, ruso, o de cualquier otra parte de Asia y el mundo, al mejor estilo de los sádicos experimentos con personas que también practicaron los nazis. Los mismos incluyeron inyecciones con epidemias, vivisección, ensayo de armas mortales con balas con sustancias insospechadas, experimentos de resistencia, pero de todo lo más atractivo parecía ser los ataques con armas biológicas, tales como el cólera, ántrax, entre otras, se dice que casi medio millón de chinos perecieron de ese modo (sin comprobarse aún)…fue por estas investigaciones que se indultó a todo el célebre batallón, sus investigaciones con respecto a la guerra biológica fueron confiscadas por los yanquis y asunto cerrado. En los Juicios de Tokio fueron condenados a muerte muchos Kenji Doihara, Koki Hirota, Kiichiro, Kuniaki Koiso, entre muchos otros que habían ocupado puestos en las altas esferas políticas y dieron la orden de cometer numerosos crímenes. Tojo estaría entre los principales criminales de guerra, y murió en la horca, confesando hasta el último momento su culpabilidad y de ser él quien inició la guerra y no su emperador, acaso siendo la única vez en la que realmente lo desobedeció.
Finalmente los estadounidenses no fueron unos santos, cometieron violaciones, restricción, deportaciones, se privó la libertad de expresión, se desarmó la industria japonesa, se atentaron contra algunas costumbres y templos sagrados, y hubo abusos sexuales psicológicos oportunistas, pues muchos ofrecían ser los “protectores” de cualquier muchacha que intentaba sacar de los apuros y el hambre a su familia. La ocupación americana llegaría a su fin en abril de 1952 y Japón se pudo dirigir solo como un estado independiente. Juzgar los actos de uno y otro bando nunca acabara por reivindicar a las víctimas, sólo nos queda reflexionar que ni estadounidenses ni japoneses llevaron las armas de un modo digno ni siquiera en los últimos meses de guerra. Tras el regreso de la paz, ambos países se convirtieron desde entonces en grandes aliado económicos y políticos, y hasta el día de hoy siendo considerados dos grandes potencias mundiales, pero probablemente el enfrentamiento que tuvieron en la guerra, jamás será del todo olvidado. Japón entonces se hizo a un lado como país protagonista de la historia para dar espacio en Asia a China, la tercer potencia mediadora entre Estados Unidos y la URSS cuando la guerra fría estalló.