Esta es la típica entrada
que se publica al volver de vacaciones, una forma de anunciar el regreso y al
mismo tiempo hacer un poco de balance de los últimos meses. En realidad, este
año no tengo mucho que contar, pero pensé que después del parón veraniego sería
un poco brusco arrancar la nueva temporada directamente con una reseña, sin
decir «Eh, ¡ya estoy aquí!» y transmitir los obligados ánimos para retomar la
rutina. Estas dos semanas de descanso no he ido a ninguna parte, así que lo de
«vacaciones» se refiere solo al blog (y ni siquiera eso, porque he aprovechado
para redactar contenidos por adelantado).Supongo que el hecho de
tener ganas de preparar entradas incluso en pleno mes de agosto es una muestra
de la buena salud del blog. De todas formas, durante este año ha habido algunos
rasguños, causados por aquello de lo que me quejo siempre: la escasez de
comentarios, la mala educación de los autores pidones y —esto aún no lo había
dicho por aquí— la irritante costumbre de algunos seguidores de las redes
sociales de comentar una entrada sin haberla leído, guiándose solamente por el
título o la pregunta que lanzo como cebo (no quiero ni pensar en la que me
caería a mí si se me ocurriera opinar sobre un libro basándome solo en su
apariencia). En fin, lo que decía: rasguños, no heridas mortales; sigo con
muchas ganas de seguir aquí.Durante el verano me he
dado un atracón de croquetas, he hecho un peregrinaje insólito, he estado en el
norte de África, he descubierto muchas vidas queridas, he acudido al baile de
una Cenicienta peculiar, he acompañado a Anna Karénina a la estación… Os lo
contaré todo, todo, todo, pero poco a poco.Y vosotros, ¿qué habéis
leído?