Las larvas de cotesia rubecula poseen unas “potentes” mandíbulas cuya única finalidad es la destrucción. Pero en esta batalla, las glomeratas son perfectamente capaces de vencer puesto que tienen un tamaño mayor que sus rivales, además de contar con la ventaja de estar en mayor número. Carecen de mandíbulas, pero cuentan con una sutil arma química a su disposición; un veneno capaz de asfixiar a sus rivales. Trabajando en equipo, logran dominar la situación.
Esta estrategia, agresiva y parasitaria, ha permitido que un organismo pase de ser un simple huevo a un ejemplar adulto. Un ejemplo magnífico del ingenio de la naturaleza
Abrazos fieros para todos.