La residencia de estudiantes. Yoko Ogawa

Publicado el 07 mayo 2012 por Carmina

Llevaba tiempo llamándome la atención esta autora japonesa. La opiniones que leía en la red me la estaban haciendo más que apetecible, así que cuando la editorial El funambulista presentó La residencia de estudiantes pensé que era un buen momento para iniciarme con la literatura de Yoko Ogawa.Pero me equivoqué no es la mejor de las novelas, si es que puede llamarse así por su extensión, para comenzar a leer a esta autora. Y lo digo por ese final tan abierto como extraño que te deja con más preguntas que respuestas, con más interrogantes que páginas tiene el libro. Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos por partes porque podría parecer que tengo una opinión negativa y no es el caso, pero no me acabo de adaptar a la literatura japonesa.

La autora

Yoko Ogawa nació en Okayma en 1962. Estudio y se graduó en la universidad de Waseda. Actualmente vive con su marido y su hijo en Ashya, Hyogo. Desde 1988 escribe obras de ficción y de no ficción. Su novela de más éxito es La fórmula preferida del profesor, que ha sido adaptada a la gran pantalla y es la que aún no habiéndola leído os recomiendo para iniciaros con la autora.Su obra se inspira en Ana Frank y Kenzaburo Oe, y su carrera está plagada de premios y de obras de corto recorrido, que por lo que cuentan los lectores se dividen en dos grupos, los que tienen un final cerrado y los que lo tienen abierto y surrealista. La residencia de estudiantes se engloba en este último grupo.

Argumento

Nuestra protagonista, como el resto de los personajes de esta novela carece de nombre, es una mujer solitaria, retraida y con una autoestima algo baja. Al principio de la novela recibe la llamada de un primo al que no veía desde pequeña, que le pide que inicie trámites para alojarse en la misma residencia de estudiantes que ella pernoctó durante sus estudios universitarios.La vuelta a la residencia y sobre todo el ver de nuevo al sensei, un hombre que sufre graves mutilaciones en sus brazos y en sus piernas y que sin embargo se basta por si mismo, le producen unas desconexiones en las que siempre vuelve a la residencia.
La soledad en la que vive la protagonista le lleva a hacerle frecuentes visitas a su primo, al que por una u otra razón nunca encuentra en el recinto, eso unido a la falta de residentes en el local por la inexplicable desaparición de un estudiante meses atras, pondrá en guardia a nuestra protagonista y a nosotros como lectores....

El ejemplar

Cuando recibí la novela lo que más llamó poderosamente mi atención fue el formato, es un libro realmente pequeño, con unas dimensiones de 14X 9 centímetros, encuadernado en cartón o cartulina azul mate, con una fotografía que ocupa practicamente todo el frontal, en blanco y negro de estudiantes que a mi en ningún momento me parecen universitarios.
Tiene escasamente 110 páginas por lo que unido a su tamaño lo hace ideal para llevar en el bolso o incluso en el bolsillo de una chaqueta. Su edición está cuidada con esmero, las páginas están despejadas con una letra y un sangrado óptimo, y a pesar de no estar dividida en capítulos su lectura es un placer para los ojos que en ningún momento sufren cansancio.

Impresiones personales

La literatura japonesa se me resiste, no acabo de cogerle el tranquillo y la verdad no será porque no lo he intentado, y voy a seguir haciéndolo. Quizás sea esa mezcla de lo onírico con la realidad la que termina descolocándome, puede que sea también mi profundo desconocimiento de la sociedad y costumbres de los nipones, por una razón u otra no acabo de disfrutar de las lecturas orientales.
La novela comienza de una forma desconcertante, nuestra protagonista desde hace un tiempo sufre desconexiones que comienzan con un fuerte ruido que aparece de forma inesperada y la traslada a su vieja residencia de estudiantes. Esa mezcla de lo onírico con lo real en un primer momento me dejo un tanto sorprendida porque pensé que en todo momento la novela iba a girar sobre esos viajes que la mujer realizaba con la mente, pero me equivoqué, era solo la excusa para introducir un lugar que es importante en toda la narración y que se nos presenta en ruinas, inhabitable, sin vida y como contraposición a ello las desconexiones nos ayudan a comprender como era durante la estancia de la protagonista en sus instalaciones.

Estilo

La forma de narrar de la autora es sencilla, sin florituras, casi aséptica y sin embarbargo me ha resultado una delicia. Con leves pinceladas nos dibuja a los personajes de una forma profunda en ocasiones y desdibujada otras, intenta reflejar la forma de ser, los miedos a los que se enfrentan, parcelas privadas en este caso de la educación en el país nipón y todo ello con ligeros toques, porque la extensión de la obra no da para más.
Poco conocemos de la constitución física de la protagonista, sin embargo sicológicamente la tenemos mejor perfilada, es una mujer a la que la soledad le esta afectando profundamente, su marido se encuentra en Suecia con un contrato de trabajo, cuando lo tenga todo dispuesto se tiene que reunir con él, pero el hecho no la entusiasma, tiene miedo a perder sus raices, a no acostumbrarse a otro país y eso hace que aplace los preparativos, es esa soledad la que le lleva a visitar a su primo, al que nunca encontrará y a intimar con el sensei.Del primo sabemos algo más, pero no sicológicamente si no físicamente gracias al retrato que hace de él el sensei de la residencia, un retrato que en un primer momento sorprende a la protagonista. La musculatura y la forma física de este deportista nos son expuestas con claridad.
A través de nuestra protagonista vemos al sensei, las mutilaciones de su miembros, como se las ingenia en su día a día para ser independiente y no necesitar a nadie. Las conversaciones que ambos mantienen nos dejan entrever el porque del deterioro de la residencia, las actividades del ausente primo, el deterioro de la enfermedad, la elegancia que no está reñida en ningún momento con la minusvalia.La autora aprovecha para ir trazando tenues pinceladas que llenan de desasosiego al lector, al mismo tiempo que le hacen trazar miles de hipótesis para las que no obtendrá respuesta, apuesta por el intimismo, por esas relaciones a dos bandas llenas de confidencias, tardes que transcurren en torno a una taza de té y unas pastas.
La trama se vuelve inquietante, nos muestra un crescendo y un final abierto que no hay muy bien por donde cogerlo, dejandonos con miles de preguntas sin respuestas. Dicen de este final que es digno de una película de Alfred Hitchcok, yo diría que posiblemente toda la novela da para uno de los filmes de este genial director, por el desasosiego que crea. No me quedaré con las ganas de probar con otra novela de la autora, y esta vez espero acertar con una de final cerrado, para poder comparar.

Conclusión

Merece la pena acercarse a la obra de la autora, por su estilo, sencillo, intimista, poetico, una escritura delicada, amena, con un toque de surrealismo, de misterio, con pinceladas desasosegantes que en ocasiones impiden encuadrar la obra en un genero. Quizás lo adecuado no sea comenzar por una obra con final abierto, a no ser que te gusten mucho y sepas como interpretarlo, yo todavía no he sabido muy bien como hacerlo, si se que pensé yo que era aquello que ella descubrió y desde luego no iban por lo que mi mente elucubró los tiros.
El final abierto ha sido mi talón de Aquiles, pero no en esta novela en todas las que leo y lo tienen, por ello si en la autora son una constante voy a tener que ponerme la pilas porque no quiero dejar de disfrutar de su prosa. Quizás para poder hacernos una composición de lugar le faltan páginas a esta novela, pero entonces romperiamos la dinámica de esta autora que parece que se mueve mejor en las distancias cortas.Lo recomiendo sin duda sí, pero si eres amante de la literatura japonesa y te gustan los finales abiertos, si no es tu primer contacto con la autora, porque si no te recomiendo comenzar por otra. Si te gusta la sensación de desazón, estas ante una prosa que con ligeras pinceladas te la proporciona, me parece una novela muy fotográfica, se es capaz de ver pasar las escenas como si nos encontraramos ante una película. De hecho no he podido evitar ponerles caras a losprotagonistas, pero como comprendereis estoy tan pez de cine nipon como de literatura y mis protas tenían rasgos occidentales. Hasta he visualizado mi cara de poker ante un final que no he sabido entender.