La Residencia Mixta

Publicado el 29 abril 2012 por Alejandropumarino

A las nueve de la mañana del domingo, mientras desayunaban, cogió una botella de vino que había sobre la mesa y le propinó un golpe a uno de sus compañeros. No era el primer enfrentamiento entre ambos. El viernes ya habían discutido acaloradamente, pero la cosa no había pasado a mayores. El domingo, sin embargo, tres de los internos de la Residencia Mixta de Pumarín acabaron en el hospital.

Es el texto publicado en El Comercio de la historia que terminó con lesiones en tres ancianos ingresados en la Residencia Mixta de Pumarín, que aparece en la fotografía que ilustra la entrada. No es un asilo. No. Es una Residencia Mixta, que es diferente. El telegrama que recibió Meursault para que su autor nunca fuese a recoger el premio Nobel, era diferente: "Madre fallecida, entierro mañana"; venía de un asilo y no de una Residencia Mixta. El Sr. Meursault terminó ejecutado por no llorar en el entierro de su progenitora, y por una sociedad que tuvo la misma hipocresía en la condena que en el cambio de denominación al establecimiento. "Allá abajo, allá abajo también, donde las vidas se apagaban, la tarde era como una tregua melancólica [...] Comprendí porqué al final de una vida había cogido un novio, porqué había jugado a volver a empezar. Nadie, nadie tenía el derecho a llorar sobre ella". El Extranjero no había sido solícito con su madre, como no lo son la mayoría de familiares que visitan menos puntualmente a sus padres o abuelos, recluidos en unos asilos que son la antesala de la muerte. El universo particular de cada uno es un mundo aparte, y no se entiende como, en nuestra recta final, tenemos aún el deseo de agredir a un semejante. Tres ancianos asilados acabaron en el hospital por la locura momentánea de un compañero, no sustancialmente diferente a ellos mismos, con quienes comparten la misma miseria de la proximidad de un final inevitable. Guarderías para los niños y residencias mixtas para los viejos. La ventaja de algunos es que tendremos la libertad de elegir personalmente el camino más agradable hacia nuestra tumba.