Tras los sucesos de la tercera semana de enero, la asamblea de Gamonal decidió mantener las manifestaciones y acordó nuevas movilizaciones para pedir la retirada de los cargos contra los 46 arrestados. Y se llevaron a cabo “ocupaciones pacíficas” de las oficinas bancarias de la calle Vitoria que sufrieron destrozos, con el fin de presionarlas para que no se personen en esas causas. El hecho es que sin la reacción del barrio obrero de Gamonal las obras del bulevar “innecesario” se hubieran llevado adelante, imponiéndose la promesa electoral de Javier Lacalle. Gamonal le forzó a frenar la construcción del bulevar cuyo coste ascendía a ocho millones. Sus vecinos consiguieron que el alcalde paralizase definitivamente las obras. Hartos de los continuos recortes en materias como educación y sanidad, y de la falta de ejemplaridad de una clase política cómplice con la corrupción, los vecinos consiguieron cambiar, al menos en este asunto, el rumbo del Ayuntamiento. “Estoy orgullosa de lo que se ha logrado –declara la burgalesa Patricia Gómez en Vozpópuli–. Es la manera de que el resto de España espabile. Sin embargo, no me lo acabo de creer. Creo que puede ser una estrategia política. Ellos nunca pierden, nunca he visto a los políticos dar su brazo a torcer sin un plan B”. La suya –advierte el periódico digital– es una alegría con matices. Tere, vecina de Gamonal,está un poco a la expectativa y hasta que no tapen el agujero no se fía. “La gente no se cree lo que dicen los políticos, mienten más de lo que hablan. Para que, en Burgos, hayamos llegado a esto...Nos han quitado tanto, tanto, que nos han robado hasta el miedo”. De hecho, la Asamblea Vecinal de Gamonalacordó seguir con las acciones pese a la paralización de las obras.
Llama la atención que, en Burgos, paradigma de ciudad conservadora, un problema por unas obras haya destacado tanto, produciendo una movilización social sin precedentes. Una ciudad que, por otra parte, parece no aprender de los tejemanejes históricos de Méndez Pozo con el beneplácito de los dirigentes de la época. Cabe recordar que el exalcalde, José María Peña San Martín, ya fue inhabilitado 12 años en el 'Caso de la Construcción' que también condenó al constructor, Méndez Pozo, a siete años de cárcel. Y, sin embargo, años más tarde, volvió a presentarse a unas elecciones y sacó dos concejales. Si algo ha defendido el equipo de gobierno del consistorio burgalés es que el bulevar estaba recogido en su programa electoral y que había cumplido todas las normas propias de una ejecución urbana de este tipo. “En el programa electoral cabe todo –recuerda Bernal–. El papel aguanta cualquier cosa. También pusieron que no iban a subir impuestos y lo han hecho. La gente está harta, sólo quieren llenar las arcas porque se debe muchísimo. El hecho de que se vote a la derecha no quiere decir que tengamos que aguantar todo lo que digan”. Pero no todos opinan lo mismo. “Es un fracaso político, estoy a favor del bulevar pero no de que roben dinero”, aclara una burgalesa del centro. “No me parece que la decisión política sea la correcta pero estoy a favor de que no se haga como quieren, dando obras al de siempre. Algo hay que hacer”. Al margen de quienes fueron o no los representantes, lo cierto es que se hizo caso omiso a las manifestaciones pacíficas que durante más de dos meses estuvo realizando la ya extinta plataforma vecinal 'Bulevar no ahora', creada para expresar su malestar con el proyecto. Y sólo en los últimos días, en que los manifestantes ý antidisturbios se enfrentaron, consiguieron parte de lo que pretendían.
El periódico “Correo de Burgos” tacha en su editorial de “aquelarre vecinal” las protestas de los vecinos que lograran la paralización definitiva de las obras en el barrio de Gamonal. “Una simple obra de restricción vial y ajardinamiento e incluso un sospechoso parking –dice en su editorial tras la paralización de las obras– no son causas suficientes para generar semejante aquelarre vecinal”. Un diario propiedad de José Luis Ulibarri, que además es socio de Méndez Pozo en la televisión autonómica de Castilla y León. Desde el periódico conservador se asegura que el éxito de las protestas no será positivo en el futuro para los vecinos. Uno de los párrafos dice: “En Gamonal ha explotado la marginalidad urbana y social de un barrio que es un engendro urbanístico, el penoso orgullo de paria en el que se han refugiado sus vecinos, la rabia contra un poder arrogante y sordo, la inquina a una casta empresarial enriquecida con la especulación inmobiliaria que a ellos ha empobrecido, la acusación contra el tótem mediático que mueve hilos políticos”. Por su parte, el “Diario de Burgos” carga contra las redes sociales por apoyar las protestas y contra los medios que han traído luz sobre las causas de las movilizaciones en Gamonal. Ambos periódicos son propiedad de constructores: uno imputado en la Gürtel, otro condenado a cárcel en los 90, por corrupción. La paralización de las obras del bulevar no sentó nada bien entre la prensa local y conservadora de la provincia burgalesa. Las reacciones fueron furiosas y enconadas contra los vecinos, contra el alcalde de la ciudad, y hasta contra los medios afines. Así lo atestiguan las informaciones, editoriales y artículos que recogen los medios de derecha, en los que se vuelve a reprochar a los manifestantes sus movilizaciones y se lamenta que el alcalde haya cedido a la presión de la calle. Uno de los que más muestra su descontento es Antonio Pérez Henares, director de Publicaciones de Promecal, la editora del “Diario de Burgos”. En un artículo de opinión en su periódico, Pérez Henares carga contra las redes sociales y los medios que se han hecho eco de la protesta y sobre sus causas de fondo. Dice, entre otras cosas: “Hay algo más, sin embargo, y aún más nocivo. Son las llamadas redes sociales y en particular aquellas que tan solo admiten como posibilidad expresiva la consigna aquilatada en un número tan escaso de caracteres que solo quepa lo que en una pancarta cabe. O sea, más o menos, una consigna. En tal ámbito campan como pletóricos conquistadores los nuevos guardias rojos de la revolución cultural, que ahora llaman tuit a lo que llamaron dazibao, prestos a replicar hasta la náusea una soflama, a reproducir urbi et orbi la consigna, a convertir en verdad la más goebbelsiana de las mentiras”. Pérez Henares, que dedica su texto a sus compañeros del periódico, menciona a la “Santa Inquisición autoproclamada progre”, de la que asegura “no tiene nada que ver con el periodismo”. El directivo de Promecal asegura que el periodismo “es una digna profesión que nada tiene que ver con el agripop· (sic), y que “así hay que decírselo por mucho que a algunos les moleste”. El “Diario de Burgos” ya insinúa, desde su portada, la posible dimisión del alcalde de la ciudad, Javier Lacalle. Y destaca que el primer edil burgalés ha tomado la decisión de paralizar la obra a pesar de que todo su equipo la rechazó en el pleno del ayuntamiento.
“Acabamos de ver –escribeVicenç Navarro,Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, en un artículo en Público.es titulado ¿Quiénes son los violentos y antidemocráticos?– cómo los vecinos del barrio de Gamonal, abandonados por las autoridades públicas, decidieron rebelarse y responder con contundencia y persistencia, a través de actos de resistencia y oposición a políticas que se estaban imponiendo a la población, y que carecían de mandato popular para aplicarlas. Dichas manifestaciones alarmaron a los establishments políticos y mediáticos del país por su posible contagio a otras partes del paisaje urbano español… De ahí el gran temor que aquel complejo tenía de que las protestas populares se extendieran rápidamente a otros lugares de España. El grado de deslegitimación de las llamadas “autoridades representativas”, así como el nivel de enfado y hartazgo de la población, es tal que hay un temor de explosión social entre esas autoridades, que inmediatamente se movilizaron para evitar que aquella experiencia se exportara a otras partes del territorio español. Es interesante notar que, inmediatamente después de las cargas policiales en Burgos, hubo movilizaciones en muchos barrios populares de otros centros urbanos, en solidaridad con los ciudadanos del bario de Gamonal. Aquí en Barcelona, vecinos de uno de los barrios más populares de la ciudad, el Raval, se manifestaron en la calle en apoyo de los ciudadanos del barrio de Gamonal de Burgos. Catalanes salieron a la calle en apoyo de castellanos, en un acto de solidaridad y hermandad que no debería pasar desapercibido en un periodo en el que las estructuras de poder, agitando banderas, quieren dividir a las clases populares. Una respuesta predecible del establishment político del Partido Popular y de su gobierno –el más ultraconservador que haya existido en España durante el periodo democrático– fue el de acusar a los vecinos del barrio de violentos e irrespetuosos con el proceso democrático, intentando demonizarlos. Las declaraciones de dirigentes del PP y de medios próximos han sido unánimes, definiéndolos como violentos y antidemocráticos, acusaciones profundamente injustas, pues, en realidad, estos vecinos estaban defendiendo la democracia, exigiendo a una estructura política, instrumentalizada por poderes económicos, que sus representantes dejaran de llevar a cabo las políticas urbanísticas para las cuales carecían de mandato, una situación que, a otro nivel, está también haciendo el gobierno Rajoy. Los ciudadanos tenían todo el derecho democrático, incluso el de desobedecer leyes antidemocráticas, a conseguir que se respetara la voluntad popular. (…) Hoy en España, un gobierno elegido por menos de un tercio del electorado está llevando a cabo reformas (en realidad contrarreformas) como la ley del aborto, o la reforma laboral, o los recortes de gasto público, a las que la gran mayoría de la población se opone, violando con ello el principio fundamental de que el gobierno tiene que hacer lo que el pueblo desea. Como repitió Martin Luther King, la Constitución de EEUU comienza con la espléndida frase “Nosotros, el pueblo, decidimos…” (We, the people, decide…), que es violada constantemente y diariamente por los intereses financieros y económicos que dominan las instituciones políticas. Y lo mismo ocurre en España. De ahí la necesidad de salir a la calle y forzar una revolución democrática en nuestro país”.
“¿De qué nos quejamos –se pregunta Rosa María Artal, periodista y escritora, en la web El Perispopio– Le sorprenden a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, las protestas de estos días en España porque ‘no casan’ con la recuperación. El conciliábulo neoliberal de alto rango se ha puesto de acuerdo para corroborarlo, desde el acomodaticio Obama a Lagarde. Se hace ineludible, por tanto, explicarles de qué nos quejamos. Hemos entendido que, si hubieran existido más Gamonales, se habría evitado el pozo sin fondo de las inversiones públicas ruinosas que nos han hipotecado más allá de lo tolerable. No hace falta buscar mucho: la Comunidad Valenciana, por ejemplo, está llena. Desde la Ciudadde las Arts al circuito de Fórmula 1, pasando por el puerto deportivo, parques temáticos o donaciones deportivas. ¿Hablamos de la Ciudad de la Cultura gallega? ¿De las exposiciones universales? ¿De los aeropuertos inútiles que ni siquiera han visto pasar aviones? ¿De las radiales que ahora también hemos de rescatar? Si la sociedad hubiera protestado como en Burgos, nos habríamos ahorrado un buen pico. Nos quejamos porque nos hemos encontrado con que nuestros derechos constitucionales están supeditados al pago de una deuda que, lejos de disminuir, ha crecido a niveles récords en la historia. Si hace un año ya hablábamos de que era la mayor que se había registrado jamás, comprobamos que sigue aumentando con el mismo vigor. Añade unos 10.000 millones de euros cada mes. Aún con los insufribles recortes estamos así, ¿cómo esperan, y con qué, paguemos semejante agujero? Estamos hartos también –y mucho– de los cuentos sobre el empleo. El Gobierno de Rajoy ha elevado el paro desde el 22,85% que se encontró en 2011 al 26%. Ha destruido casi un millón de puestos de trabajo. Ésa es la verdad de los datos, y muchos lo sabemos. Que está lejos siquiera volver al número de parados con los que el PP inició su mandato. Eso sí, el objetivo se ha cumplido. Se trataba de abaratar todo el empleo en España para ser más ‘competitivos’. Aunque fuera a costa de una gran precarización y del descomunal aumento de las desigualdades sociales. Mucha gente es consciente, sin embargo, de que hasta llegar a trabajar por un cuenco de arroz y un catre hay mucho camino donde mejorar la ‘productividad’. Y ése es su único ‘modelo’ de país. ¿Tienen otro? ¿Cuál? No lo vemos. (…) Nos quejamos del enorme retroceso que en sólo dos años de gobierno han perpetrado contra los derechos y libertades civiles. De su ley del aborto alabada tan sólo por la ultraderecha francesa. De cuanto pergeña Wert en educación. De las leyes represoras de Fernández Díaz y Gallardón. De la destrucción de nuestra sanidad pública, que era una de las mejores del mundo. De sus mentiras, de que nos tomen el pelo. De sus momios y prebendas, de su autoritarismo. De su política de comunicación sectaria y manipuladora, de sus mamporreros, que están privando de la información imprescindible a los ciudadanos. ¿Empiezan a ver que algo ‘sí casan’ las protestas? Muchos intuyen que sólo los ‘Gamonales’ podrán detener el podrido pastel de bodas que aún nos reservan”.
Entre los fotomontajes de esta semana, los de Demo-Cracia Zero: “Esto no es una democracia”. Según Fernández Díaz, Santa Teresa está siendo intercesora para España en estos tiempos recios; La virgen del Paro; Ha nacido una estrella;Gracias a la ley de Gallardón, millones de espermatozoides tendrán un futuro, Misóginos Contri y Toma recuperación.
En el segundo y tercero seguimos las peripecias de un gato con su amo. Y en el quinto, escuchamos a unos niños nortcoreanos, tocando la guitarra.
Niños de Corea del Norte tocando la guitarra.