La asistencia es bastante homogénea, jóvenes en su mayor parte, pelajes de toda clase, pero ningún traje. Todos tenemos en común el haber deshojado la margarita de un destino laboral y económico incierto; el haber padecido el fraude moral de los gobiernos; la soga del banco que aprieta y ahoga; la crisis de valores, peste de un siglo negro. Son las seis. La hora sincronizada en 50 ciudades para tomar la calle; para despertar a un país mecido por el fútbol y las catástrofes más lejanas -todo guarda su propia sincronía-. Se trata de un somnífero bien mezclado: una parte de triunfalismo, y otra de desgracias a las que se nos hacen ajenos.Tomar la calle fue como cumplir un sueño. Ni un insulto, ni un político oportunista. Tampoco vi a ningún banquero, ni a ningún sindicalista. Sólo te vi a ti: manos arriba, pueblo libre y soberano; de qué eres capaz cuando despiertas...El éxito ya es bastante: pues sin más capital de movilización que la red, que aun no siendo libre, todavía es más democrática que la sociedad que nos dictan los polos mayoritarios; por primera vez, todas las voces se hicieron una.Por fin he visto un sueño: que nadie duerme por siempre a un pueblo ...Y me viene el miedo.Me viene el miedo a que a que creas que esto ya ha terminado; pues apenas hemos comenzado.Me da miedo que creas que va ser fácil todo este movimiento; recuerda que libertad es hija de solidaridad y sufrimiento.Pero, sobre todo, lo que me da más miedo es que ahora que todos vieron tu poder unos pocos te pongan dueño.Hoy hemos tomado la calle; ganemos mañana el cielo. No creemos en nuestros políticos, pero necesitamos un gobierno.Ahora es cuando no te debes dejar engañar por ese collar que querrán poner en tu cuello. No somos mercancía con la que juegan políticos y banqueros. Por tanto, os pido que no vendáis a ningún capital lo es de todos y no tiene dueño.La libertad del pueblo no tiene precio.