“Fraude”, palabra común por más de medio siglo
¿Quién le dice a esta juventud del siglo XXI, que después de que sus abuelos, padres, tíos y demás familiares, se sacrificaran en vano, a cambio de las más absolutas de las inutilidades, engañados por un sueño social, ahora tienen que confiar en los mismos que les mintieron a su parentela?
Si la palabra fraude hay que emplearla, se debe comenzar por estos más de cincuenta y cinco años de totalitarismo, donde engañaron a los cubanos a cambio de nada.
Estudiar es un ejercicio que no lleva la asignatura de la esperanza, porque –al terminar– los problemas económicos y sociales seguirán iguales –en el mejor de los casos– o habrán empeorado; y antes de comenzar una carrera, ya saben que emigrarán o harán todo lo posible por lograrlo.
Los cubanos fingen que trabajan y el Estado finge que les paga un sueldo –paupérrimo, que cumple la función de nada–. Un sindicato simula que defiende los derechos de los trabajadores. Nos educan bajo la creencia de que todos sentimos amor por nuestros líderes y el proceso político, luego descubrimos que todo no es más que una falacia. Pagamos cuotas, hacemos guardias nocturnas, donamos sangre por pertenecer a un Comité de Defensa de la Revolución (C.D.R.). Todo bajo chantaje, por temor a las verificaciones y el correspondiente daño en caso de ser no hacerlo, como perder un posible viaje al exterior, o la asignación de alguna prebenda… el eterno truco de la zanahoria.
Vivimos en un sistema que ha sido tan devastado que los conceptos morales se han movido de lugar, de perspectiva y han perdido la exactitud de su significado, entonces ahora a un ladrón se le llama “luchador”, y sustraer algún artículo del centro de laborar, “vivir”. Una prostituta es una “jinetera”. Un joven que vende su cuerpo es un “pinguero”. Y estos patrones sociales pueden ser los líderes de una familia, quienes la alimentan, por lo que pasan a ser los modelos, héroes vivos del hogar, a los que los niños luego desean imitar. Los profesores ya no lo parecen por su aspecto. Tampoco los padres que lucen poca credibilidad cuando representan a sus hijos en sus escuelas, porque el mal ya viene en los “genes” de tres generaciones, y ahora, se “educa” a una cuarta, con los mismos conceptos transformados, desviados de sus verdaderos orígenes.
Para colmo de mal, y profundizando el fraude, en las planillas para el ingreso universitario, ha vuelto la pesquisa sobre los que tienen parientes en el extranjero y si mantienen contactos con ellos. Otra manera de obligar a mentir a los nuevos educandos, porque aceptarlo significa disminuir las posibilidades de ingreso, independientemente de que tengas la nota más sobresaliente, porque ahora, las universidades volvieron a ser para los revolucionarios.
¿Alguien quiere fraude mayor que ese? Obligan a mentir a los estudiantes, luego, la mentira se convierte en una cadena interminable por la supervivencia hasta llevarlos a cometer los delitos más insospechados.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión asentamiento de Lawton. Junio de 2014
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