Son tiempo de las leyes neoliberales por excelencia: individualismo y consumismo. Todos conocemos gente que piensa que estuvo mal "jubilar a gente que no aportó" o pagar la AUH, que considera un símbolo de progreso y ascenso social tener una prepaga y mandar a los hijos a la escuela privada (allí impacta fuerte la frase de Macri de "caer en la pública"), que quiere poder comprar cosas importadas aunque desaparezcan industrias y puestos de trabajo; o que supone que las leyes laborales no están para protegerla, sino que le impiden ganar más, o tener un mejor trabajo, y que el sindicalismo es uno de los mayores responsables de los problemas del país.
En tiempos donde no parece importar el decreto firmado por Macri que crea el RePET, un registro de personas o entidades que puedan vincularse al terrorismo o a su financiamiento.
Estamos en un momento donde parece normal la pérdida de soberanía de nuestro país, luego la destrucción de la industria nacional y el empleo y la dependencia cultural con valores contrarios a lo que es nuestra sociedad, vamos a una sociedad caníbal, con un 30% que trata de sobrevivir y el resto parece las consecuencias de un sistema injusto.
Vivimos en tiempos donde la palabra y la escritura han perdido su eficacia material simbólica; de allí los efectos de posverdad extendidos planetariamente por todos los medios, con nuestra colaboración desinteresada. Detrás de páginas, pantallas y micrófonos se escudan los intereses corporativos más voraces y destructivos. Mafiosos, también, como lo demuestra la solicitada publicada en el ex Gran Diario Argentino el lunes, en defensa del pseudo periodista Daniel Santoro, implicado en una red de extorsión y espionaje insólita en nuestra historia. Jueces, fiscales, periodistas y funcionarios involucrados en una trama más adecuada para un thriller. En la investigación que lleva adelante el juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla se concentra la clave del futuro. No se puede convivir democráticamente con tanta mugre.
Y después pretenden difundir valores democráticos y republicanos. Ellos, que son tan individualistas, avaros y clasistas, afirman que quieren "fomentar la inclusión, educación, superación y liderazgo en búsqueda de la cohesión social". Ellos, que han atropellado las instituciones para concretar sus caprichos, van a "generar el sentido de responsabilidad entre los voluntarios en relación con sus deberes cívicos".
No podrá existir algo parecido a una democracia real sin una verdadera institución judicial. El verso de la justicia independiente se cae a pedazos. No quieren jueces comprometidos con la aplicación de la ley para combatir el delito, sino títeres cómplices que oculten y silencien el latrocinio de esa minoría impúdica que Macri y Clarín representan.
Hecho el repaso, no hace falta ser muy agudos para advertir que en todos esos temas hemos retrocedido en forma brutal en estos años de macrismo, sin que la resistencia social hasta estado a la altura de las circunstancias; aunque también es cierto que de no mediar la oposición de los núcleos más activos de nuestra sociedad, el retroceso hubiera sido aun mayor: lo que la derecha no ha avanzado en este tiempo en la búsqueda de sus objetivos es porque no se lo permitimos, no porque no lo hubieran intentado. Nuestra situación política actual es dramática. Si vamos a salir de esta situación en algún momento, y recuperar nuestra soberanía popular: la capacidad de decidir e incidir sobre nuestro destino, vicisitudes, necesidades y deseos, vamos a tener que replantearnos todo de nuevo. Es el momento interesante que atravesamos. Mucho más interesante que dramático, si no fuera que, si resulta como ellos quieren, unos cuantos vamos a quedar en el camino.