Revista Opinión

La revolución podría salvar una Europa en peligro

Publicado el 13 mayo 2011 por Reven

Dinamarca nos propone acabar con Schengen, que para quien no lo sepa es un tratado donde se estipula la libertad de movimientos en la Unión Europea. Este país, con un gobierno apoyado por la extrema derecha quiere recuperar sus fronteras para controlar quien sale y quien entra en su país. Cae uno de los pilares del gran proyecto que podría haber supuesto la Unión Europea: la libertad de movimiento. Se ve reforzado por el discurso anti-migratorio de Nicolás Sarkozy, un hombre que aunque está en otro partido tiene ideas muy similares a Marine Le Pen, a la Finlandia que influida por sus ultras no quiere ser solidaria (que tampoco lo era) con el sur de Europa y una Suecia con un partido de extrema derecha cada vez más poderoso.

¿Qué está pasando? Bueno, es simple, hay un discurso a nivel europeo alentado por la extrema derecha que está calando en los partidos mayoritarios, lo que al mismo tiempo tiene su trasfondo en la sociedad en general. ¿Cómo está calando? Cala en la manera en que los partidos mayoritarios ven la subida electoral de aquellos que tienen discursos contra la inmigración, y en algunas partes de Europa, contra el islam y adoptan parcialmente un discurso de “control” de la inmigración que se acerca peligrosamente al discurso ultra. Esta situación lleva el mensaje xenófobo a adquirir normalidad en las calles, ya que todos los políticos “de bien” se han situado así. La situación no puede ser más grave porque realmente esto es un trampolín para que todas las formaciones de extrema derecha aumenten la base social a la que pueden llegar con su discurso -anteriormente muy limitada-, al haber sido avivada la xenofobia y el racismo que ostenta parte de la población. Lo que se traducirá en crecimiento electoral en un futuro a medio plazo.

¿Cómo se consigue parar esto? Haciendo que los partidos de izquierda llamen a la rebelión, ya que es la extrema derecha la que está captando por medio de este mensaje a parte de la ciudadanía, haciéndose pasar por gentes de bien que están contra la injusticia imperante en la actualidad. Una izquierda cobarde, que hace las mismas políticas que la derecha moderada solo es gasolina que prende con facilidad en el incendio de la crisis que hace que estas formaciones de corte fascista crezcan. Solo el discurso revolucionario, de cambio, etc.. evita que las personas que no estaban politizadas se vean arrastradas por los grupos de extrema derecha, al encontrar gente mucho más sensata con la que protestar.


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