A Erick y Juan,
in memoriam P(u)ateando la vida. Otro blog de Golcar
El 23 de mayo
Barinas amaneció lluviosa
como si el cielo quisiera
borrar el horror del día anterior
lavar las manchas de sangre
pegadas al suelo.
La lluvia intentaba
apagar las brasas del horror,
disipar la humareda,
matizar con olor a tierra mojada
el hedor a pólvora
y chamusquina.
El cielo ignoraba
que durante el día
la sangre volvería a manchar
los suelos de Los Pozones.
Una bala por la espalda,
taimada y vil,
de un colectivo sanguinario
le arrebató el aliento
a Juan Sánchez a los veintiún años.
Ya los pasillos de la Unellez
-aquella Universidad llena de verdor
y de juventud que me acogía en su teatro
los mediodías de mi juventud-
no sentirán más los pasos
de su estudiante Juan.
Pero también cayó,
el mismo día
y por las mismas balas asesinas,
Erick Molina de treinta y cinco.
Protestar es un...