La riqueza arqueológica de África

Por Garatxa @garatxa
La riqueza y la diversidad de los yacimientos arqueológicos de África no se ha hecho evidente hasta los últimos 100 años. Esto ha sido debido en gran parte al terreno difícil y peligroso al que tenían que enfrentarse los exploradores, así como al hecho de que el interés académico se centrara sobre todo en el Antiguo Egipto y en la impresionante variedad de tesoros que surgían de las tumbas del valle del Nilo.
Si bien es justo considerar a Egipto como una de las grandes civilizaciones clásicas, su historia ha hecho sombra a preguntas mucho más profundas sobre el papel que desempeñó el continente africano en los orígenes de la Humanidad. Hasta mediados del siglo XX muchos antropólogos pensaban que en Asia hallarían las respuestas a la evolución humana. Hasta que paleoantropólogos como Raymond Dart, Louis y Mary Leakey, o el equipo de Wymer y Singer, pusieron en duda este dogma, no se empezó a pensar en África como el primer "reino" de la Humanidad.

Ya se dispone de diversas pruebas de que civilizaciones africanas complejas evolucionaron relativamente rápido desde la Edad de Piedra y comenzaron a trabajar el cobre, el bronce, e incluso el hierro ya en 450 a.C. Los Nok de Nigeria pasaron de ser cazadores-recolectores "primitivos" a convertirse en granjeros y seguidores de un culto a la fertilidad en un período de unos pocos años. Sus fascinantes figurillas de terracota sirvieron de inspiración a piezas de bronce posteriores, elaboradas con técnicas sofisticadas. Mientras, en el centro sur de África, la llegada de los shona instauró una dinastía poderosa que construyó fortalezas de piedra extraordinaria (los zimbabues), palacios de justicia de gobernantes venerados como dioses.

Escultura del siglo XVI o XVII, de Benin, Nigeria. Posee probables influencias Nok, una cultura muy anterior que floreció entre los años 900 a.C. y 200 d.C.


Ante un contexto así, existe una única certeza arqueológica: África no ha desvelado aún todos sus secretos.