Ayer, Berlusconi pudo salir “vivo” de la moción de censura. Tres votos, en la cámara baja, le salvaron de irse a casa. Tres votos manchados de corrupción. La fiscalía de Roma está investigando la compra-venta de votos, reconocida por alguno de los políticos implicados.
De todas formas, la situación es grave, el gobierno tiene una mayoría minoritaria que le hace difícil gobernar. Votos de tránsfugas y de diputados de otros partidos le han podido salvar momentáneamente, pero harán que el camino que debe recorrer para gobernar esté lleno de obstáculos, algunos probablemente insalvables.
Y Roma ardió. La calle ayer en Roma se rebeló. Con su actitud, Berlusconi al igual que Nerón prendió fuego a Roma. Porque ya es insoportable soportar tanta ignominia. Porque Italia se ha puesto en pie. Es una cuestión de ética, independientemente de ideologías. No se puede consentir que alguien utilice, de forma continua, su dinero para llegar al poder, y lo use para sus propios negocios, para fabricar leyes a su medida, para corromper la vida política. No es posible aceptar que el noventa por ciento de los medios de comunicación estén en manos del presidente del gobierno, que los usa torticeramente.
La responsabilidad no es sólo de Il Cavaliere. La izquierda con sus luchas internas, sus reconversiones inútiles y su ineficacia constante ha contribuido a que Berlusconi llegara y se mantuviera en el poder.
Encontrarse casi sin oposición ha sido para el jefe del clan un caramelo más que ha endulzado su gobierno, que le ha hecho más fácil mantenerse en situaciones lamentables. Ahora parece que la oposición de izquierdas empieza a levantarse, aunque todavía sigue penando en un desierto largo y no tiene el poder a su alcance.
Debemos recordar que los problemas que ha sufrido Berlusconi, se han debido, fundamentalmente, a que su socio de gobierno, el ex-fascista Fini se desligó del gobierno, dejando al presidente con una mayoría minoritaria en la Cámara baja. Y que la oposición más dura, en el parlamente, la está haciendo el grupo IDV (Italia de los Valores) presidido por el ex-juez de Manos Limpias Di Pietro.
Y que, a pesar de todo, Italia no se encuentre en el más absoluto caos, a pesar de la grave crisis política y económica que sufre, se debe a la costumbre que tiene el pueblo italiano a vivir con constantes crisis de gobierno, a vivir a pesar del gobierno. Una situación que sería imposible en otros países europeos.
Veremos si los ciudadanos siguen aguantando o fuerzan una situación límite en la calle que provoque una dimisión del gobierno. Es cuestión de esperar. Lo grave es que si se forzaran elecciones generales, la oposición de izquierdas no parece que tengan opciones de ganar. En todo caso sería Giancarlo Fini el beneficiado. Aunque visto lo visto, lo prioritario es que la era de Berlusconi, el nuevo Nerón, toque a su fin.
Salud y República