Que la realidad no tiene nada que ver con lo que te enseñan, la gente suele aprenderlo en clase de matemáticas. Yo, sin embargo, lo comprendí en la autoescuela. Dos veces me he sometido voluntariamente a esa tortura que es la formación teórico-práctica en circulación en variados formatos y dos veces he salido convencido de saber cómo se circula en las rotondas (glorietas, las llama la DGT, que acabo de comprobarlo). Convencido hasta rozar el fanatismo. Uno más en la secta de la Ortodoxia Rotondera. Esa que tiene grabado en letras de oro en el frontispicio del templo: DE LA ROTONDA SE TE ECHA / SOLO POR EL CARRIL DE LA DERECHA.
Luego la realidad es otra. Y uno, que antes en coche lo veía todo como una broma de mal gusto, pero que ahora en moto va de susto-o-muerte en susto-o-muerte, pues se cabrea. Que invadir carriles está feo, pero además es peligroso. Y lo discuto con quien se ponga por delante, porque los miembros de las sectas somos así de pesados. Hay quien me niega la mayor (siendo la mayor el reglamento de circulación) y me dice que me lo estoy inventando, que con poner el intermitente basta. Mi último profesor de autoescuela me relató una discusión con un policía ¡de tráfico! que pertenecía a este grupo. Otros, relativistas en su máxima expresión, aluden a la conveniencia: "si a mí me viene bien, está bien". O sea, que si yo les molesto circulando bien, están en su derecho de intentar sacarme de la calzada. Un tercer grupo alude a la desobediencia civil: "puede que el reglamento diga eso, pero yo no estoy de acuerdo y actúo en consecuencia. Las rotondas serán siempre nuestras." Argumentos hay tantos como intentos de la DGT o del RACE de aclarar conceptos.
Quizá estoy sensible porque acabo de llegar a casa después de mi enésimo intento de atropello en rotonda, pero me ha dado por pensar que si en algo que está tan claro, tan escrito en piedra, que hemos tenido que estudiar todos (TODOS) los que tenemos permiso para conducir ahí fuera, también somos incapaces de ponernos de acuerdo, qué no pasará en otras cosas. Se me ocurre, no sé, por poner un ejemplo, pensar qué podemos esperar para, por, según, so, sobre y tras las próximas elecciones.
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