Cuenta Luis Puchol, conocido empresario y profesor universitario en las áreas de recursos humanos, que si Albert Einstein se hubiera presentado a una entrevista de trabajo, algún consultor lo habría rechazado por “listillo”.
Esta cita, publicada en “el libro de cabecera del entrevistador”,ilustra de un modo algo exagerado, lo que nos encontramos en algunas entrevistas: consultores alejados de la realidad.
Para ahondar mas en la idea que el entrevistador muchas veces esta fuera de la realidad, contaré un caso real que me paso en primera persona, durante una entrevista me preguntaron si me gustaba leer y contesté que si, posiblemente y para valorar si era verdad que me gustaba leer, unos minutos después y cuando no venía a cuento me preguntó ¿Qué esta leyendo en estos días?, contesté la verdad: La autobiografía de Bertrand Russell, el entrevistador me dijo: pero ¡si ese es un ateo! Incomprensiblemente para mi, la entrevista terminó 1 minuto después, no sin antes recomendarme la lectura de Fides et ratio, de Juan Pablo II (que por cierto, también había leído).
¿Qué tendrán que ver mis gustos literarios con mi capacidad de vender?
Suerte
En la entrevista de empleo, no solo cuenta nuestras capacidades y curriculum, sino que estamos condenados a jugar a una ruleta de la fortuna en cuanto a la capacidad de caernos bien con el entrevistador. Dicho de otra manera, debemos buscar cual es la percepción que tiene el entrevistador de nosotros.
Demasiadas veces, el entrevistador solo dispone de una vaga idea de cual es la actividad de la empresa y nosotros los entrevistados en ocasiones conocemos la empresa que nos busca por que o bien es de nuestra competencia, hemos coincidido en casa de los clientes o incluso, si somos lectores de este blog, habremos hecho los deberes y sabremos todo lo que hay que saber de nuestro objetivo.
Debemos plantear la entrevista de trabajo como una venta, en la que el producto somos nosotros mismos y no debemos dejarnos intimidar por los ritmos impuestos por el consultor, ¡rompámoslos!, lo que necesitemos saber ¡preguntémoslo!, aun a riesgo que como decíamos antes, nos eliminen por listillos.