La que parecía ser una serie destinada a narrar las vivencias de un grupo de amigos en los años de la ruta del bacalao valenciana al final se muestra como algo mucho más complejo. En primer lugar, La ruta es una serie que empieza en 1993 y sus episodios van hacia atrás en el tiempo, una decisión narrativa muy arriesgada pero que aquí está perfectamente justificada, puesto que las revelaciones sobre el pasado de unos personajes que en un primer momento percibimos como jóvenes frívolos nos hacen ir conociéndolos mucho mejor y cuando llegamos al último capítulo - que transcurre en 1981 - comprendemos casi plenamente sus motivaciones y los porqués de las decisiones que han ido tomando. Para ellos las discotecas son espacios de liberación espiritual frente a la dura realidad cotidiana y las drogas son el camino para que la experiencia sea más plena. La serie no es buena solamente presentando a los personajes, sino que también lo es narrativamente. Todo lo que aparece en ella es perfectamente verosímil y se nota que se ha realizado un esfuerzo importante por transmitir al espectador el espíritu de cada uno de los años que se van reflejando. Además, también podemos ir apreciando otra cosa: cómo ha ido degenerando la música popular. Si comparamos el bacalao - o el actual reggaeton - con los magníficos temas de los ochenta que aparecen podemos reflexionar sobre muchas cosas que se han ido deteriorando sin que apenas nos hayamos ido dando cuenta. Una serie muy disfrutable que se dedica a narrar un capítulo no muy explorado de nuestra historia.