¿Cómo están? Hace muchos días no me dedicaba a escribir para La Ruta del Arcoiris. Es que andaba un poco “pelusona” con los temas y quería solamente contarles frivolidades. Pero hoy me motivé, porque mi estado de ánimo anda como mujer entrando al SPM (Síndrome Pre Menstrual): más desatado que El Mago Valdivia en el bautizo.
El domingo me dio algo así como un ataque de llanto. Una pena incontrolable. Un estado de negatividad ciego, de esos en los que jamás podrá salir el sol. Indigna total, mi llanto comenzó sentada en la cocina, continuó acostada en mi cama (porque como el día estaba de una emocionalidad negra, acostarme era la mejor solución) y terminó en la ducha (cuando decidí arreglarme un poco para estar lista para mi Papá). Aunque no lo parezca, estas crisis deben estar presentes en La Ruta, porque entre la lluvia y el sol aparece el Arcoiris.
Hay algo que a mí, en lo personal, me tiene un poco agotada. Es que a pesar de lo que haga no logro mantener el equilibrio emocional ni siquiera dos segundos. Mi crisis del domingo se debía básicamente a la frustración que me produce el tener que dejar algo para poder hacer lo otro y no ambos, que es como me gustaría. No hablo de abarcar muchas cosas, no. Hablo de cosas más grandes, por ejemplo: Cuando me cambié a vivir con mis abuelos fue básicamente porque estaba trabajando en algo que me hacía infeliz. Vivía sola y no podía con los gastos del departamento, menos si renunciaba. Así que para renunciar a ese trabajo endemoniado debía renunciar también a mi amada vida de soltera.
Lo hice y trajo cosas buenas. Un nuevo trabajo, conocer gente nueva, trabajar en mi independencia laboral pero renunciando a la tranquilidad y satisfacción que me traía el vivir sola. Mi familia es un tanto complicada y pasar muchas horas en convivencia, generalmente, no trae nada bueno.Gracias a Dios mi Papá tiene la buena disponibilidad de irse a vivir conmigo, con mis planes y mis gatas, cancelando gran parte de los gastos porque yo no podría ni siquiera arrendar una habitación con lo que gano. Me comprende y apoya en todas mis locuras, lo que me da fuerzas para seguir. Pero no ha sido fácil. No hemos logrado encontrar un departamento que nos acomode a ambos. Ya que como mi turno laboral comienza a las 06:00 horas debe estar ubicado lo más cerca posible al sector donde está ubicado mi trabajo.
Me agobia pensar que debería cambiarme de trabajo. No quiero. Amo trabajar ahí porque me divierto y puedo trabajar de forma paralela en mis proyectos. Si eso ocurriera sería un nuevo desequilibrio, porque a pesar de encontrar un nuevo hogar debería dejar una empresa que solamente me ha hecho crecer. ¿Será posible que algún día me toque estar con un buen trabajo, una casa propia y una situación emocional de pareja, familiar y personal feliz? ¿Siempre tendré que elegir uno o lo otro?
Básicamente esto es un descargo. Es un desahogo. Yo sé que las cosas vendrán solas y en el momento oportuno. Sé que debo tener paciencia y tomarme todo con calma. Pero estas crisis ayudan a encontrar el sentido común de las cosas y por eso lo quise plasmar en La Ruta.
Y ustedes, ¿quieren tener su derecho a pataleo?