Por eso un “liderazgo ético” es un liderazgo que tiene en cuenta todos los factores que entran en juego en el “éxito” de una vida humana, de una vida humana lograda. Y ese éxito excede lo material, profesional y empresarial. Eso es lo que analiza, profundiza y desarrolla Sonnenfeld en su libro “Liderazgo ético. La sabiduría de decidir bien” editado por Encuentro, apelando a categorías especialmente del humanismo clásico (Sócrates, Aristóteles, Séneca) y cristiano (Santo Tomás, J. Pieper, Benedicto XVI), sin descuidar los autores contemporáneos de la literatura sobre liderazgo (Greenleaf, F. Michelin, J. C. Hunter), como así también de la psiquiatría, la teología y otras ciencias humanas.
El objetivo principal del libro es ampliar el concepto de liderazgo a los ámbitos que van más allá de la mera empresa o el gobierno de las instituciones seculares. Ilustrando al lector acerca del liderazgo en la familia, por ejemplo acerca del liderazgo que lleva adelante una madre, y sobre todo, enfatizando desde los primeros capítulos en el liderazgo sobre uno mismo.
Así el autor vuelve sobre temáticas de siempre relativas al “conocimiento del sí mismo”, a la idea clásica de “autoridad”, al dominio sobre las propias pasiones (incluyendo un análisis de la práctica de la ataraxia), por medio de las virtudes y la formación de hábitos buenos. Desmarcándose de esta manera de una tradición más moderna y predominante en nuestros días, que exagera la formación intelectual (Ausbildung) y teorética (formal) para el autodominio, en detrimento de la educación de la vida práctica y la voluntad, con todo lo que ello implica. Por eso, destacamos también el rescate de la categoría aristotélica de prudencia (phrónesis), también traducida por sabiduría (y que justamente aparece en el subtítulo de la obra).
Esta categoría extraña y, peor todavía, tergiversada en la literatura contemporánea, alude a la virtud intelectual que ejercita al hombre, que en la lucha por conquistar una vida buena, le ayuda a decidir bien en una materia particular. “La prudencia es la virtud a través de la cual elegimos el bien en cada caso concreto”. Por eso, para Aristóteles era la madre de todas las virtudes y en la cual todas se resolvían.
Por último, como corolario, y para quien encarne un rol de líder que abarque realmente todo lo humano, el autor propone sin rodeos en uno de los últimos capítulos de la obra, el descubrimiento del servicio como elemento fundamental de un liderazgo integral.
En efecto, conocer y dominar el sí mismo cobra verdadero sentido en el servicio al prójimo, en la “salida de uno mismo”; servicio que es propuesto por Sonnenfeld no como servidumbre o altruismo, sino a la luz de la revelación y la enseñanza del magisterio de la Iglesia. Tal vez una frase que resuma gran parte de estas ideas de este ameno libro sea “(…) liderar es servir por amor” (p. 203).